De aquellas Semanas Santas de los sesenta a las abiertas y vacacionales de la actualidad
El orfeón cangués en los años 60
Si nos trasládesenos en el tiempo a la España de os años cincuenta, e incluso a la de los sesenta, en Semana Santa, encontraríamos una España, y por ende una Cangas o un Tineo muy distintos a los de hoy. Discotecas y teatros cerrados, películas sobre la vida de Jesucristo o «de romanos» en los cines y en la incipiente televisión o en la radio música religiosa. El país vivía a mediados del siglo XX estas fechas con un recogimiento casi desconocido hoy.
Las películas habituales eran las de “romanos” como «La túnica sagrada», «Rey de reyes» o «La historia más grande jamás contada», de corte religioso. Se retransmitía el Sermón de las Siete Palabras o el relato teatralizado de la Pasión, o bien una programación televisiva con informativos, pero sin teatros, ni concursos, ni juegos, ni dibujos animados.
En esta época se recuperaron muchas de las antigua tradiciones de la Semana Santa que se hallaban casi olvidadas: las autoridades cerraban todas las mancebías, los prostíbulos y las casas de juego .Se interrumpían los bailes y se suspendía el teatro, “porque era entretenimiento, ocio y diversión y distraía de la atención especial que había que tener en la preparación del espíritu”.
Es cierto, y yo lo viví en primera persona, que al menos allá en mi Extremadura natal, se bajaban las persianas, se cerraban las ventanas y se instaba a no salir excepto a las ceremonias religiosas porque eran días de recogimiento, días de recordar la historia de Jesús de Nazaret y “vivir con él su sufrimiento en la Cruz”, como recordaban párrocos y misioneros penitenciales que recorrían pueblos y villas.
El Viernes Santo no se tocaban las campanas y se convocaba a los fieles por medio de carracas o matracas que los monaguillos iban haciendo sonar por las calles. Ese mismo día, los retablos se cubrían de negro, en señal de luto por la muerte de Cristo. El potaje de cuaresma y las torrijas eran el plato habitual por aquel entonces
En los años cincuenta “las casas de lenocinio cierran , tanto es así que llegó a acuñarse el dicho “ pasa más hambre que una put… en Cuaresma; las salas de fiestas cierran; los circos cierran; los teatros cierran, excepto si el empresario se aviene a programar algún auto sacramental de Calderón o de contenido religioso; los cines sólo pueden programar películas religiosas (El Judas, La Pasión de Jesús, El milagro de Fátima…) y las emisoras de radio sólo emiten música sacra, marchas procesionales y saetas. Esta norma de comportamiento duraría, más o menos, hasta 1971 aunque ya hacía años que se había dejado de empezar a cumplir en determinadas capitales.
Todo comenzó a relajarse de la mano del cardenal Tarancón y, sobre todo, con la llegada del Gobierno socialista. Y de ahí al salto de que ahora, para muchos españoles, la Semana Santa sólo son unos días de vacaciones. Y cada uno decide dónde y cómo celebrarla
Ahora, entre el turismo y el hecho de que la sociedad se ha pluralizado mucho más, se encuentran los dos contrastes. En las iglesias apenas se ha cambiado y los actos más importantes se siguen manteniendo en Semana Santa: los monumentos con el Santísimo, el ayuno y abstinencia el viernes Santo, los altares continúan desnudos y las velas apagadas hasta la celebración de la Vigilia Pascual.
Mientras que antes eran unos días de recogimiento y de silencio, ahora para muchos son unos días de vacaciones aunque, no lo olvidemos, hay más gente de lo que se cree que sigue haciendo ayunos, visitas a los monumentos y que va a los oficios religiosos.