Ramos, regalos y Mona de Pascua
Entre las costumbres de la Semana Santa destaca la de intercambios de regalos. Mas no se hacen esto de forma aleatoria sino siguiendo unos ritos o costumbre que varían de unas regiones a otras pero manteniendo siempre la misma esencia.
Y estas costumbres se inician mañana domingo, Domingo de Ramos, en el que según la tradición citada, la madrina debe regalar a su ahijada una palma y en caso de que sea chico una más grande llamada palmón. En el caso de la chica, la palma debe ser lo más bonita, elaborada y ornamentada posible. Por lo contrario, en el caso del chico, debe regalarse el palmón más alto. Pero otros lugares sucede al contrario: son los ahijados los que llevan a la iglesia las palmas para ser bendecidas y, posteriormente, las regalan a sus padrinos y, estos a su vez, generalmente el Domingo de Pascua, les corresponden regalando a sus ahijados el bollo o la mona de Pascua. Aquí la tradición manda que sea la madrina la que regale la palma a su ahijado o a su ahijada, mientras que es el padrino el que se encarga de regalar la mona. A pesar de toda la evolución que ha sufrido esta tradición, en ésta se contempla que, amén de los padrinos, sean alternativamente los abuelos quienes regalen la mona de pascua a sus nietos o ahijados.
¿Pero qué es una mona de Pascua? En principio es el dulce más típico de la Semana Santa.
En sí, el origen etimológico es confuso y con muchas hipótesis. Algunas teorías afirman que proviene del término árabe “munna”, que significa “provisión de la boca”, y correspondía al regalo de agradecimiento que les entregaban los sirvientes moriscos a sus señores al inicio de la primavera. Otras dicen que proviene del término latino “munda”, que eran unas paneras con dulces que los romanos ofrecían durante el mes de abril a la diosa Ceres. Otros señalan el término “munda” para hacer referencia a un tipo de pan decorado con huevos regalado como símbolo de amistad. En el fondo siempre dulces. Queda pues claro que es costumbre de origen pagano que el cristianismo adoptó como suya.
Al inicio de esta tradición, la mona de pascua era una torta coronada con azúcar y con el mismo número de huevos que años tuviera el niño, siendo doce la cifra máxima de huevos. Por lo tanto, la mona de pascua se regalaba hasta cumplidos los doce años, coincidiendo así con la confirmación. En la actualidad al parecer esa fecha no tiene fin, el padrino sigue regalando, o no, sin límite hasta que le apetezca o se case el ahijado o ahijada
En líneas generales en España, la mona de pascua se come al final de la cuaresma, el lunes de Pascua. Este día durante siglos ha sido el más esperado, porque con este pastel se le ponía fin al ayuno de la Semana Santa, tanto es así que ese lunes ha acabado llamándose “el día de la mona”.
Aunque la esencia es la misma aquí la mona pasa a denominarse “bolla”, dulce típico de Cangas del Narcea elaborado con hojaldre y relleno generalmente de cabello de ángel o crema pastelera, recubierto con azúcar glass. Era, y es, aunque ya menos, un regalo de los padrinos a los ahijados que se entrega el Domingo de Pascual. Según mi amigo José María Azcárate, en su niñez era especialmente esperada y alegremente recibida pues no eran años precisamente de abundancia. Su especificidad de dulce semasanteron se ha diluido y puede adquirirse prácticamente en cualquier época del año. El concepto de “bolla” también ha variado y en los últimos años ha pasado a ser también monetario, algo que, hoy en día, agradecen especialmente los adolescentes o los que se abren a la primera mocedad.