CANGAS.-El Carmen, las luces y la Descarga de 1.930
Al encontrarme en estos días con el acuerdo de la Directiva de la Sociedad de Artesanos de cambiar de pirotecnia para el disparo de la Descarga del 16 de julio, no se por qué extraña razón me vino a la mente algún que otro dato perdido de como habían sido aquellas ya lejanísimas Descargas de los primeros años del pasado siglo. Como quiera que me hallaba brujuleando por historias de los año veinte decidí curiosear sobre como había sido concretamente la del año 30. Y no por otra cosa que por lo redondo de la cifra.
De mano nos cuentan que hubo poca gente “por coincidir el día de la Virgen en medio de la semana” aunque no por ello, precisan, “dejó de acudir a la villa una buena concurrencia de forasteros”, y especifica su llegada desde Gijón, Oviedo, Avilés, Luarca, Grado, Salas, Tineo Pola de Allande, Belmonte, La Espina…
“La falta que se noto de gentes, sobre todo en la verbena de la víspera, fue de la de los pueblos de los alrededores, ocupadísima en las faenas de la recolección de la hierba”. En estos nuestro día, agrego, con la mecanización y el descenso de las cabañas ganaderas, para las fechas festivas está todo más que recogido y da igual que el Carmen caiga en miércoles que sábado.
Resaltar la importancia que daban a la iluminación de los lugares más emblemáticos de la villa. Y así lo resaltaban: “Este año hubo cosas estupendas, como dicen ahora, tales como la iluminación de la iglesia en la parte exterior, en donde lucían mas de quinientas bombillas eléctricas, en colores las que festoneaban los huecos y líneas de la fachada principal. En la parte interior, como siempre, hermoso y deslumbrante alumbrado.
Otras de las cosas que llamaron la atención, siguen explicando, “fue lo bien iluminados que estaban los dos puentes y Los Nogales, la farola giratoria del puente de piedra, cuyas filas de bombillas de colores se apagaban y encendía alternativamente, y el arco de la entrada al puente citado”.
“La verbena de la víspera se celebró en Los Nogales, sitio espacioso y fresco, el que estaba abarrotado de gente, y en donde, para el baile, alternaban la banda de música, nuestros Quirotelvos y una gramola con altavoz, sin que por eso faltasen las gaitas y tambores y algún cornetín con bombo”
Para aquellos que no lo sepan he de precisar aquí que los Quirotelvos fueron los antecesores de Los Son D´Arriba y de ellos heredaron las esencias de la música canguesa. Por otra parte, imagino la incredulidad de los más jóvenes al comprobar, digamos “el nivel musical” de la verbena del día 15. No se precipiten al juzgar y, como con todo ocurre, amén de los revisionismos y censuras, nunca está bien ni entra dentro de la lógica histórica o de entendimiento social, el juzgar los hechos, costumbres y valores de una época, con la mentalidad de otra totalmente disti.nta como la nuestra Sea pues ello tenido en cuenta.
Seguimos. “Para cumplir con el programa de los festejos, las verbenas que se celebraron en La Vega, calle Mayor, Paseo de Dámaso Arango, etc., fueron bonitísimas, y las cucañas, carreras a pie y en saco, muy divertidas; y con llenos enormes las funciones de teatro (cinco en esos días de fiesta) que dio la compañía de María Luisa Moneró procedente de Madrid”.
Vamos ya con lo mollar de aquel y de tantos otros años:
“Lo que realmente llamó más la atención de todo el mundo este año fue la descarga, en la que se dispararon el doble de cohetes que otras años, tanto a mano como en máquinas. De aquello al infierno me parce que no hay más que un paso. Decimos esto por decir algo, ya que no encontramos palabras con que pintar ese espectáculo grandioso; de lo contrario habría que decir que si otros años, en los momentos de la descarga, parecía que el sol y las aguas de nuestros ríos habían detenido su curso, este año se había detenido eso y hasta nuestra propia respiración”.
Corta descripción de la descarga pero despliegue de ampulosidad y figuras grandilocuente. Uno, que lleva ya haciendo la crónica de la Descarga algo así como cincuenta años y siendo en ellas también bastante exagerado y grandilocuente en muchas ocasiones, aún se sorprende de las descripciones que de la misma hacían los reporteros de la antigua Maniega.
Y sigue la crónica:” Hemos de mencionar que cuando la tremenda descarga cayó entre la gente, delante de la iglesia de Ambasaguas, una carretilla que pesaba medio kilo y un pedazo de barrote de un metro, sin que hiriesen a nadie, y que en la huertas del Pelayo se prendió fuego una carga de voladores, sin ulteriores consecuencias. ¡Es la Santina de Ambasaguas la que vela por los changues…
También mencionaremos que un señor de Luarca, llamado don José Losada, soltó a mano, cuando la descarga, seis cohetes que debieron de haberse oído a 30 kilómetros de distancia, ya que como ellos nunca otros repercutieron entre estas montañas. ¡Hasta de Luarca vienen a tirar salvas a la Virgen del Carmen. Muy bien por el señor Losada.
Hasta años después no se vuelve a mencionar que en la procesión de la tarde, pero especialmente en la de la mañana del 16, al igual que hizo el señor Losada algunos cangueses acudían a lanzar grandes cohetes (nuestros barrenos) en cumplimiento de determinadas promesas. Con el tiempo, y al ir aumentando el volumen de la Descarga, se fueron quitando los de la tarde por el aquel de la seguridad, no así los de la mañana que adquirieron en algunos años especial protagonismo dado el peso de sus cargas de pólvora y el espectáculo de verlos salir de la mano del lanzador. La tradición aún continúa.
¿Y el tiempo?
Pues el tiempo “se portó de lo mejor, aunque un poco fresco, ta excepción del día siguiente de la Santa que estuvo lloviendo todo el día e hizo un frío como en el invierno, viéndose la gente con los abrigos de esa estación”.
Optimismo a raudales de un corresponsal que, por una parte asegura, en el mes de julio, que el tiempo se portó “de lo mejor” y por otra que el día 17 llovió todo el día y hubo que sacar gabanes y pellizas de los armarios.