El profesorado al límite. La ansiedad y la depresión inundan las plantillas
No hace muchas fechas les hablaba yo aquí de cómo entre el barullo mediático nos han colado los decretos sobre educación y de las consecuencias negativas que ello había traído, está trayendo, a los diversos sectores educativo. Y nos hacíamos especial eco de la problemática operativa en los centros y los múltiples problemas y dificultades a los que se enfrenta el profesorado con embarulladas e indefinidas reglas de actuación, con más que excesivas cargas burocráticas y falta absoluta de directriz es claras y eficaces.
Y así, mientras gobierno y oposición se enzarzan en guerras dialécticas absurdas que tan solo a ellos interesan, o en la creación de problemas que en absoluto preocupan a la ciudadanía, o en volver una y otra vez sobre un pasado hace ya largos años dejado atrás obviando el presente y, aún más, el futuro de nuestros educandos. Es tal es la situación entre el profesorado que, al inicio de las vacaciones navideñas, el sindicato ANPE señalaba que los docentes “están al límite”, que un 78%,, nada menos que un 78, sufren ansiedad, un 12% depresión y un 15% de baja.
Se achacan estas cifras a la excesiva “carga burocrática”, al cambio normativo de la nueva Ley que ha llevado a la Administración a aprobar un protocolo tras otro para los que no se ha dado formación adecuada.
Los profesores se quejan de que del 100% de su trabajo tan solo le pueden dedicar un 40 a la docencia cuándo se supone que ésta debería ser su principal y más amplia dedicación.
Y es que al problemón que ha traído la caótica puesta en macha de la LOMLOE ha venido a unirse la puesta en marcha de protocolos como el de prevención contra el suicidio o contra el acoso si asignación horaria y sin formación.
Los absurdos llegan hasta el punto de que un profesor decida suspender a un alumno y la junta de profesores aprobarlo, o encontrarse con reclamaciones de alumnos y padres cuando se decide que un estudiante repita con tres asignaturas pendientes y que otro con cuatro promocione; e igual puede suceder con otros al terminar la ESO. Incluso, señala el sindicato, se producen denuncias de alumnos o padres porque el profesor “les mira mal” o que ha suspendido porque el profesor “no ha sabido explicarle los contenidos”. Y ello aún cuando no han hecho ningún esfuerzo o, en otros casos, ni tan siquiera se han presentado al examen. En estos casos, los padres dan siempre la razón a los hijos. Tan solo les interesa que aprueben y estén el mayor tiempo posible en el Centro. A todo esto pongan ustedes cuantas excepciones consideren.