San Cosme y San Damián, médicos que no cobraban, y como en la película, difíciles de matar

San Cosme y San Damián, médicos que no cobraban, y como en la película, difíciles de matar

Solana de Cabañas

 Lunes. Diez de la mañana. Me estaba sentando en la mesa. Mi vista se fue hacia el calendario  de taco que sobre la misma reposa. Día 26 de septiembre: San Cosme y San Damián, leí. Y de repente, por esas reacciones incomprensibles que afectan a los que ya, como dice el tango, las nieves del tiempo han blanqueado nuestras sienes; el día triste, con nieblas y orvallos, se transformó en soleado y luminoso. Y me vi allá en las Villuercas, en Berzocana, preparando jumentos y caballos, en juvenil algarabía, para trasladarnos a Solana a celebrar los citados santos. Y es que, amigos, allí, al igual que aquí en aquellos años, o ibas  a pié o en borrico. Lo de acceder a los coches aun quedaba muy lejos. Y les diré a los vecinos de esta zona asturiana que, en esa fiesta, en esa romería, no se comía ni se come carne alguna, algo que les llamará especialmente la atención. Cuentan que allá en ya tiempos olvidados, una peste asoló la aldea y los vecinos se encomendaron a los santos Cosme y Damián que les salvaron. Y prometieron abstinencia perpetua en el día de su festividad. El plato del día es potaje de garbanzos, romanzas y bacalao. ¿Se imaginan ésto en cualquiera de nuestros pueblos astures?

Saben ustedes que tanto en Asturias como en pueblos de este Suroccidente se celebran también estos santos. Pero lo que quizás no sepan es que Cosme y Damián eran dos hermanos gemelos,  que pensaban y actuaban igual, dedicados a la medicina y que murieron martirizados durante la persecución del emperador Diocleciano (siglo III). Ambos santos han sido considerados habitualmente como patronos de los médicos y cirujanos, también lo son de los farmacéuticos y dentistas, así como de aquellos que ejercen oficios -que son servicios- como la peluquería o los trabajos que se realizan en playas y balnearios.

Santos Cosme y Damián

Según la tradición, Cosme y Damián nacieron en algún lugar de la Arabia peninsular, entre Asia y África. Aprendieron ciencias en Siria y destacaron en el campo de la medicina de aquellos tiempos. Se dice, además, que estos mártires realizaron numerosas curaciones milagrosas.

La gente llegó a apreciarlos muchísimo porque nunca pidieron dinero a cambio del servicio que prestaban, y, por eso, en Oriente, aún hoy, se les llama “los santos sin dinero”.

A la hora de matarlos, se dice que primero los arrojaron al mar atados a pesadas rocas para que se ahogaran: las ataduras se soltaron siempre de manera inexplicable. Luego, como el plan de los verdugos no había resultado, se les quiso matar a flechazos. Ninguno de los arqueros pudo asestar un golpe mortal.

Heridos, los hermanos fueron puestos en la hoguera, pero el fuego no les hizo daño. Finalmente, a la usanza romana, los verdugos los decapitaron. Esos eran los violentos inicios del siglo IV.

Quede pues constancia

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R. Mera