EL ARBOLÓN. Acercamiento a una tradición
Pasadas ya las fiestas patronales, comentando el caso de que por primera vez, al menos que se sepa, la corona de flores subió ya sujeta al Arbolón en lugar de colocarla unas vez que aquel ya estuviese enhiesto, me llevó a indagar alguna referencia a esta tradición.
En los primeros números de La Maniega nueva, la 1.980, apenas hay referencias, como mucho alguna cortísima reseña. En los años siguientes, y en una gran mayoría formadas por mí, sí. He brujuleado por la antigua, desde 1926, y en una primera aproximación tampoco he encontrado nada, lo cual no quiere decir que no exista. Habrá que volver sobre ello más detenidamente.
La costumbre de cortar un árbol y colocarlo delante de las iglesias o en plazas es muy frecuente en diversas regiones españolas, incluso europeas. Son los conocidos mayos, que se plantaban, y se siguen plantando, en los meses de mayo o junio y en origen eran un rito con un claro significado agrícola relacionado con la fertilidad de la tierra y la vida. El comentar esto me llevó más de una discusión allá por los ochenta con Falo, Jose Avello o Candidín Membiela, para quienes lo de plantar el arbolón “era cosa de Cangas y los cangueses, no existía en parte otra alguna”.”Podía haber algo parecido”, aseguraban, “pero no igual”. Ya entonces yo conocía “puestas” iguales en La Vera cacereña y la zona levantina
En Asturias, estas “puestas” solo son frecuentes en algunos concejos del oriente, sobre todo en Llanes, donde se denomina a este árbol joguera. Lo que sí ha cambiado es el sentido del rito, ya que actualmente no tiene nada que ver con su primigenio sentido agrícola y de cambio de estación y se ha convertido en un rito de carácter eminentemente festivo.
En el resto de Asturias, sin embargo, esta costumbre no se practica, y todos los rituales relacionados con ella se llevan a cabo en la noche de San Juan. Es más que curioso que en los concejos del sureste ningún pueblo corta y planta un árbol como el Arbolón cangués o las jogueras de Llanes.
En definitiva, la costumbre del arbolón es un hecho aislado cuyo origen ha extrañado a los investigadores que han escrito sobre él. A los investigadores y a quien les habla.
Y estas andaba, indagando sobre la historia del Arbolón, cuando me encuentro con una nota del “Tous pa tous” en la que el cangués Juaco López retoma sus apuntes sobre ello, que ya expuso en el acto de celebración del centenario de la Sociedad de Artesanos en el Teatro Toreno. Tenía que ser en el “Tous pa tous”
Y nos recuerda Juaco que la respuesta a esta costumbre, en lo que a Cangas respecta, puede estar en la noticia que encontró en el periódico local El Eco del Occidente, del 26 de junio de 1894 titulada “Costumbre en desuso”, y en el que un autor anónimo se lamenta de la desaparición de la tradición de enramar las fuentes por San Juan y, por otra parte, se congratula por, dice, “la cosa nueva” de plantar “un gigantesco y esbelto humeiro”, con un magnífico ramo de flores en su centro, delante de la capilla del Carmen en Ambasaguas.
Y trascribe la noticia que dice así:
“Antiguamente, durante la noche de la verbena de San Juan, solían los enamorados vecinos de esta población colocar en el exterior de los balcones de las habitaciones de sus amadas lindos y bonitos ramos de flores […] Hoy, desafortunadamente, va desapareciendo de entre nosotros costumbre tan antigua, tan popular, tan tradicional y tan española. […] podemos asegurar que tan hermosa tradición ha caído, como otras muchas, en desuso en esta villa; y tanto, que en el presente año no hemos visto ni oído hablar siquiera de la colocación de un solo ramo de la significación de aquellos a los cuales venimos refiriéndonos.
Sin embargo, una cosa nueva hemos presenciado con verdadera alegría. Fue el haber visto junto a la puerta principal de la Iglesia de Ambasaguas, arrabal de esta población, un gigantesco y esbelto humeiro; que ostentaba, majestuoso, en su centro, un magnífico ramo de muy lindas y variadas flores. Unos cuantos jóvenes devotos de Nuestra Señora del Carmen, existente en dicha iglesia, lo habían trasladado allí, dedicándolo a la Virgen, quien no dudamos lo habrá recibido y aceptado con singular complacencia.
Aplaudimos sinceramente la feliz idea de los jóvenes que pusieron el indicado ramo, por haber demostrado con dicho acto que sus corazones aman de verás a María. Y hacemos fervientes votos porque la costumbre tradicional de que nos ocupamos vuelva a guardarse entre nosotros. Que es muy grato para los pueblos el conservar las costumbres tradicionales cuando estas son buenas”
Y así siguió pasando por periodos de auge y casi desaparición hasta llegar a nuestros días.