Murió el empresario Efrén Cires Suarez
El empresario estuvo muy ligado a Cangas a través de su familia y la empresa Carbonar
El profesor y empresario Efrén Cires Suarez, hombre también vinculado Universidad y a la comunicación, falleció ayer a los 89 años dejando tras de sí una larga y fértil carrera en distintos ámbitos profesionales. Destaquemos aquí su labor como empresario de la mina Carbonar, empresa que modernizó y dinamizó tras recibir el cargo de manos de su suegro Domingo Martínez Juan
Señalemos también que, entre otros cargos, fue presidente del Consejo Social de la Universidad de Oviedo, de la Asociación Provincial de Empresarios de Minas de Antracita de Asturias y de Carbunión (Federación Nacional de Empresarios de Minas de Carbón). Fue consejero del Banco de Asturias.
Además, dirigió el Proceso de Datos del Ministerio de Hacienda desde 1971 hasta 1974 y en 1975, llevó la Dirección General de Mutualidades. También fue director de Ingeniería de Sistemas de IBM para España y coordinador de aplicaciones de Investigación Operativa para Europa, Oriente Medio y África del Sur en la misma compañía. Catedrático de Organización y Administración de Empresas y de Contabilidad; fue miembro de la Sociedad Española de Investigación Operativa, de la Asociación Española de Contabilidad y Administración. Impartió clases en la Escuela de Empresariales de la Universidad de Oviedo y de la Universidad Autónoma de Madrid.
Cires fue designado en 1992 presidente de la cadena Cope por el consejo de administración, del que formaba parte. Estuvo en el cargo de noviembre de 1992 a noviembre del año siguiente.
En 1999, Cires dimitió del Consejo Social de la Universidad tras siete años en el cargo. Aludió a sus muchas ocupaciones para explicar la decisión.
Pero amén de todo ello hay que destacar que Efrén Cires fue esencialmente un hombre discreto, amante del tiempo de tertulia, conversador entusiasta con la memoria cargada de anécdotas. Su reconocida facilidad para una dialéctica amena y precisa se acompañaba de una convicción personal. Prudente en extremo en sus manifestaciones públicas, y austero en sus gestos, su ironía era proverbial como muy bien recuerdan aquellos cangueses que le conocieron, le conocimos, personalmente y con los que gustaba alternar y charlar. Acudía todos los veranos con su familia hasta que la enfermedad lo retiró.
A pesar de que ocupó cargos relevantes, fue evidente su escaso aprecio por mantener un perfil público más allá de las obligaciones ineludibles de sus cargos. Las polémicas y enfrentamientos nunca le atrajeron, convencido de que lo ideal es el sosiego y la huida de las fricciones. Un pragmatismo permanente acompañó las acciones de un trabajador incansable que nunca levantaba la voz.
Descanse en paz