Leyendo una historia en Aranda de Duero

Leyendo una historia en Aranda de Duero

Hay veces que determinada cosas producen una especial satisdación. Tal le ocurrió a este juntador de palabras cuando fue requerido para leer algunos de los artículos de su libro “Remembranzas berzocaniegas” en el Centro de Día de Aranda de Duero, con el que guardo una especia relación, ya que  los que anteriormente les habían leído les habían gustado mucho.

En lugar de leer nada del libro, decidí escribir un artículo especial para ello ambientado en Aranda de Duero y al que titulé “Tinto, blanco, rosado. Una estampa arandina” en el que describía las aventuras y desventuras de un grupo de amigos arandinos, de tiempos atrás, recorriendo todos y cada uno de los bares de la localidad y dilucidando cual de los citados es el mejor para alternar.

Me satisfizo especialmente el lograr llegar al final del texto sin que ninguno de mis oyentes se distrajese, aún cuando eran todos de mi quinta o mayores y algunos con problemas. Incluso hubo preguntas al .

Pienso volver.

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R. Mera