Inconformismo del hacer cangués de ayer y hoy
La crítica y el inconformismo han ido, y suelen ir, muchas veces de la mano. Y algo así me ha venido ocurriendo a mí en relación a los medios informativos y de opinión
En enero del 1.992, año de sonadas efemérides, escribía una de las columnas que vine haciendo durante mucho tiempo en La Maniega y que titulaba “El teatro de la vida. Críticas injustas”.
Decía así:
“Hace poca fechas manteníamos una tertulia en las tardes de Onda Cero. Junto con los tertulianos me dejé ir en las ondas en busca del tiempo perdido. Por esa magia especial de la radio no nos fue muy difícil hacerlo. Y nos volvimos a los años treinta y a los cuarenta. Cangas era no más que una pequeña aldea en la que todos se conocían. Nombres y más nombres salían de los labios de Mari Paz y de Gil. La niñez deja siempre huellas profundas, recuerdos imborrables, improntas del propio ser. Los ratos felices afloran solos: los padres, los primeros amigos, el primer baño en el Narcea, la escapada hasta Llano, el primer baile en el Carmen…
Pero como ya me ha ocurrido otras veces cuando hablo con alguien del Cangas ido, sobre todo si ese alguien es de mente lúcida y testigo fiel de la realidad vivida, detecto enseguida un deje de amargura en un hecho concreto: la pérdida de una identidad cultural propia, la perdida de movimientos sociales que pretendieron, consiguiéndolo muchas veces, que Cangas fuese algo en el concierto cultural asturiano de la época. Y a fé que lo consiguieron. La Banda de Música, la rondalla, las publicaciones serias, el teatro, las tertulias…
Casi todos mis contertulios han ido coincidiendo en que lo que Cangas ha ido ganando en poder económico, lo que no es malo ni mucho menos, lo ha perdido en actividad social, en quehacer cultural. Ejemplos muchos. Conciertos con la iglesia medio vacía. Obras de teatro a las que apenas acuden los padres de los artistas. Dejadez total en la Casa Municipal de Cultura, cuentiquines de aldea y peroratas de telediario en la mayoría de las discusiones, que no tertulias, de bar. Estrechez de miras, economía de aldea, retorteros de salón y academicistas y expertos en unas y mil materias que no van más allá de la montaña que tienen delante..
Cómo han cambiado las cosas repiten una y otra vez…
Mientras, más allá de la caleya de la esquina, cientos de cangueses de la emigración pasean con orgullo el nombre del concejo haciendo de su valía y preparación bandera de su patria chica.
Mas no hay que ser pesimistas. En el Cangas de hoy también se forjan futuros. La biblioteca está llena en las tardes de invierno. Los jóvenes, aunque todavía con muchas excepciones, se van acostumbrando a la lectura. Algunos han iniciado ya su pequeña biblioteca. Cada vez son más los que no saben jugar a las cartas; jugar como sistema y único ocio de tarde y noche.
De tarde en tarde oyes hablar de la última novedad de tal o cual autor, de aquel u otro concierto. Apenas una tímida voz entre los vociferantes expertos en fútbol o en lo que fuere que, como último libro de cabecera, tuvieron la enciclopedia Álvarez si es que la tuvieron.
Cangas renace de nuevo a la Cultura, y lo hace de la mano de los jóvenes que van siendo capaces de luchar contra todo tipo de influencias perniciosas, especialmente de las de aquellos “expertos en todo” que tiene más cerca”
Hasta aquí el artículo. Esto fue en el 92 del pasado siglo. Comparen con la actualidad y establezcan sus propias conclusiones