Perros en lugar de hijos
Habremos de convenir en que las actuales tipologías familiares no tienen en absoluto nada que ver con las de hace 50 años y las que yo, como muchos de ustedes, conocimos.
En aquello entonces era fácil de percibir que era muchísimo mayor el número de niños que de perros, incluso en los pueblos. En ello se basaba el bienestar del futro de las familias cuando los años impusiesen su dictadora. Y no digamos en aquellos tiempo, no tan lejanos como algunos creen, en que aún no existía la Seguridad Social y con ello la seguridad de las pensiones. Hoy en día es fácilmente perceptible, amén de que así lo contemplan las estadísticas, en que hay más perros que niños. Y curiosamente esta diferencia se percibe aún mejor en las ciudades, con cientos de perros en las calles y otros tantos de niños encerrados en sus pisos. En estas nuestras aldeas del norte también, pero en ellas casi siempre hubo más perros que niños. No así en los pueblos del la mitas central y sureña de España, pero casi igualaban. ¿Qué les parece que exagero? Puede que sí, pero quizás sirva para reforzar la idea de una situación que se está extendiendo con fuerza en la sociedad actual.
No hace muchas fechas leía una columna, siento no recordar el nombre del autor, en el que este señalaba haber oído una frase que le sumió en un total desconcierto. Un hombre soltó esto ante sus amigos: “Soy papa de dos perros”. A mí también me sucedió lo mismo. Quiero entender que quizás fuese una forma jocosa de decir que tenía dos perros. Muy grave sería el que hubiese traspasado las responsabilidades de la paternidad de los humanos, los hijos, a los animales, los perros; y ello pese a que determinados movimientos vengan en definir a algunos de aquellos con el eufemismo de “animales sintientes”.
La justificación mas socorrida, y también la más simple, para justificar estas actitudes es, casi siempre, “que sale más barato tener un perro que un niño”. Puede que sí, pero no voy a entrar hoy en esta disquisición y su muchas connotaciones de todo tipo y condición: sociales, económicas, éticas, morales, e incluso acomodaticias o interesadas y egoístas. Y que conste que durante años tuve una perra con la que pasé muy buenos momentos y con la que compartí largos paseos
Tan solo quiero poner ante ustedes una realidad que se está imponiendo: el vuelco o sustitución de afectos y responsabilidades sobre los hijos que no se quieren hacia las mascotas que se desean. Saquen ustedes sus propias conclusiones