Domingo de Ramos. De palmas y olivo a laurel y tejo
Hoy es Viernes de Dolores. Pasado mañana, día 10, celebramos el Domingo de Ramos que da paso a la Semana Santa.
Cada vez que llega esta fecha resuenan en mi cabeza unos ecos musicales especiales y el recuerdo de mi padre, organista y sacristán a la sazón de mi aldea natal de Berzocana, allá en las Villuercas cacereñas. Allá cuando el latín era el idioma predominante de los actos religiosos y todo el pueblo participaba en los mismos. Al fin y al cabo, como me decía un viejo paisano, “las cosas de la Iglesia eran casi lo único que teníamos, y por eso acudíamos a casi todo lo que en ella anunciaban. Nos entretenía la mañana”
Pueri Hebraeorum, portantes ramos olivarum, obviaverunt Dominus, clamantes et dicentes:Hosanna in excelsis.
Los niños de los judíos, tomando en sus manos ramos de olivos, salieron al encuentro del Señor; gritaban y decían: ¡Alegría en el cielo!
Aunque haya perdido parte de su fuerza, el Domingo de Ramos sigue siendo uno de los más celebrados del año (junto al de Pascua de Resurrección) en todo el mundo occidental y gran parte de Hispanoamérica. Y lo es independientemente del carácter religioso de cada sociedad pues, de una u otra forma, todas las religiones lo celebran y ello tiene su repercusión social en cada país.
Se celebra la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén a lomos de un borrico siendo recibido entre cánticos y gritos de júbilo por los judíos. Los mismos que pocos días después, con gritos parecidos clamaban ante Pilatos: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!
Los hebreros portaban palmas, símbolo de la victoria y la abundancia, y ramos de olivo, símbolo de la paz. En todos los lugares de clima propicio son éstos los ramos que se preparan para misas y procesiones. Aquí en España, al menos en los dos tercios de su mitad sur, son los utilizados.
A medida que se avanza hacia el norte se van sustituyendo por otros propios de cada zona hasta llegar hasta estas tierras donde abundan los de laurel, romero, e incluso los de tejo. Ramos todos que viene a dar nombre al Domingo. Muchas de sus procesiones se conocen como “de la borriquilla” ya que montado en ella aparece la imagen Jesús en gran parte de las mismas. Los niños adquieren en todas ellas un especial protagonismo. Hace unos tres años pude revivir todo ello en la procesión de la iglesia de San Pedro de los Arcos, en Oviedo.
Es festividad de regalos, de estrenos, especialmente en los más pequeños, y así fue durante muchos años, incluidos los de mi niñez y juventud. En muchas partes aún perdura tanto esta costumbre como la de colocar palmas y ramos, bendecidos en la misa del día, en los balcones y en los campos de sembrado buscando la protección de personas y cosechas. Algunas de ellas se quemarán al año siguiente, el martes de Carnestolendas, para utilizar su ceniza en el miércoles del mismo nombre.