La minería de la antracita: Tan cerca y ya tan lejos
Voy a resumir en unas líneas lo ocurrido en el no muy lejano 2018, y el lento diluirse, no ya de las explotaciones mineras, sino incluso de su propia historia
Parece que ha transcurrido ya un siglo, pero no es así. Con razón, los cangueses que están detrás del libro “Historia de la Minería en el Suroccidente” aseguraban que ésta corría el peligro de perderse para siempre sumida en un acelerado olvido. Fíjense: hace poco más de tres años, en noviembre de 2018, tenía lugar en la comarca una Marcha Minera “Por una transición justa y para todos” que discurrió por las comarcas mineras de León y Asturias de la mano de la Plataforma Santa Bárbara para terminar en Oviedo
De esta forma, unos 150 trabajadores del carbón reivindicaban una transición energética, justa y ordenada, que contemple, exigían, una alternativa de futuro para los 800 mineros de contratas, subcontratas y empresas auxiliares que se quedan fuera del plan del carbón 2019-2027.
En algunas informaciones llegamos a definir esta marcha como “la última marcha minera”, algo que los protagonistas negaban con fuerza manteniendo que “la continuidad de las explotaciones es posible si se trabaja en ello”. Sus esperanzas, sus deseos quedaron truncados
El futuro de la minería en Asturias y León agonizaba. Sus funerales estaban y fijados para finales de año. Y las informaciones de prensa anunciaban: No saldrá ya más carbón de los yacimientos del suroccidente asturiano, único lugar de la región donde sobreviven los últimos pozos de gestión privada. Carbonar, Uminsa y Astur Leonesa. Pero su futuro se ve más oscuro aún que su propio carbón ya que las dos primeras están en concurso de acreedores y el pozo asturiano de la tercera se encuentra a la venta como último recurso para evitar la liquidación.
Las minas, ya fuesen públicas o privadas se venían mantenido gracias a las subvenciones. Pero ya estaba señalado: el 31 de diciembre de aquel 2018 se terminan las ayudas al carbón autóctono según acuerdo la Comisión Europea en 2010. El reglamento europeo de subvenciones aprobado por Bruselas no dejaba lugar a dudas: las empresas beneficiarias deben cerrar en esa fecha o, de lo contrario, tienen que devolver las cuantías percibidas. El Gobierno central manifestó su intención de pedir a la Comisión Europea que permitiese flexibilizar el reintegro de estas cantidades. Pero las autoridades de Bruselas no estaban por la labor y rechazaron el acuerdo alcanzado entre los sindicatos, el Gobierno y Carbunión, que incluía el tema de las ayudas.
Algunos empresarios y sindicatos se sintieron perjudicados por la senda tomada por Europa hacia las energías limpias. Y la principal perjudicada fue la Compañía Minera Astur Leonesa, propietaria del pozo Cerredo, en Degaña que a finales de septiembre de aquel año, fue puesta en venta por el juzgado de lo Mercantil número 2 de Oviedo. Ello generó múltiples problemas: 170 trabajadores obtuvieron bajas incentivadas. Unos 30 se encargaron de realizar labores de vigilancia y mantenimiento con el fin último de evitar que la mina se inundase al no ttener suministro eléctrico. Transcurrieron diez meses sin que cobrasen Como nadie compró la empresa se fue a un ERE de extinción.
Por su parte, Unión Minera del Norte (Uminsa), con algo más de medio centenar de trabajadores entre los de plantilla y los de contratas, agonizaba en Pilotuerto, en Tineo. La empresa pertenecía al Grupo Victorino Alonso. Firmó algunos contratos, pero todo quedó en intentos.
Respecto a Carbonar, inició un concurso de acreedores en su explotación de Vega de Rengo. En tonces ya tan solo trabajaban alrededor de medio centenar de personas, de las cuales cerca del 80% estaban ya afectadas por un ERE abierto a raíz de los incendios ocurridos en la mina.
Las labores de extinción se prolongaron durante más de un mes y la dirección de Carbonar prescindió entonces de los 120 trabajadores de las tres empresas auxiliares. El fuego se dio por extinguido en un principio, pero volvería a reavivarse unos días más tarde, lo que obligó a la minera a plantear un ERE que afectó a una treintena de trabajadores. Fue el principio del fin.
Y lo sindicatos se diluyeron en el pasar de los días y todo fue cerrando. Y el silencio inundó explotaciones y galerías y los problemas laborales llegaron imparables a la cuenca antracitera.Y unos cierres llevaron a otros Y aumentó la emigración de los mayores, pero especialmente de los jóvenes. Y la mina fue quedando en el olvido
Y esta es la dolorosa realidad del momento minero en el suroccidente astur