De cuando el carbón también se sacaba en los chigres (III)
Primera Estampa: https://www.deaceboyjara.com/2022/02/22/de-cuando-el-carbon-tambien-se-sacaba-en-los-chigres/
Segunda Estampa: https://www.deaceboyjara.com/2022/02/23/de-cuando-el-carbon-tambien-se-sacaba-en-los-chigres-ii/
A la memoria de Potolo que nos dejó demasiado pronto
Como quiera que no deseo que este artículo se les haga demasiado largo, y dada la experiencia que en este tipo de publicaciones he adquirido a lo largo de los años, prefiero mostrárselo en cuatro estampas (El entorno, El personal, El tajo y la rampa en la barra y Agua contra el polvo) dado que he comprobado que es mucho mayor el número de lectores que se acercan a los escritos cortos que a los largos. Deben de ser cosas “de la modernidad”
El tajo y la rampla en la barra
Mas todas estas libaciones se efectuaban en un ambiente más que animado en el que la extracción de carbón era predominante. ¡La cantidad de carbón que en aquel bar se sacaría! Estoy seguro que más que en la propia mina. De haberse efectuad el examen médico se hubiese jubilado a toda la clientela por silicosis. En uno y otro grupo, las servilletas servían de soporte a planos, croquis y cálculos de todo tipo. Se llenaban, se rompían y tiraban y vuelta a comenzar con otra.
-El entibar con hierro es una barbaridad, argumentaba Cibuyo. La madera es mucho mejor, rincha, y avisa al personal de que algo va mal. Con el hierro estás jodido, se viene abajo el costero y no te enteras.
Desde el otro lado se argumentaba rápidamente en contra, destacando las ventajas del hierro. Y entre ronda y ronda las discusiones se hacían interminables.
La idoneidad de uno u otro arranque en la mina para ajustar destajos era otro de los temas polémicos en el que las servilletas volvían a tener especial protagonismo
-Eso no es así, argumentaba uno. Y cogía la servilleta y efectuaba un nuevo croquis.
A veces tal parecía que la barra se compartimentalizaba en diversas explotaciones con muy diversos problemas y otras tantas soluciones, siempre acaloradas, impetuosas, cargadas de tacos y algo más en algunas ocasiones.
Valdebois blasfemaba como un antiguo carretero y esto ponía de los nervios a Xipón
-A mecagüen en D….y´´ an la Vir……, vociferaba aquel increpando y golpeando a una pequeña máquina tragaperras de aquellas que se colocaban encima de un prisma cuadrangular para que alcanzasen la altura del jugador
Xipónse acercaba a la esquina del mostrador, junto al amplio ventanal en las que José y los suyos se colocaban, y llevándose el dedo a la boca le admonizaba:
-José. Esa lengua; te la voy a lavar con lejía. En esta casa no se blasfema.
-Tu no me lavas nada, ya lavo yo con cubata, se reía José, en su peculiar decir y picando al otro.
-Si blasfemas otra vez más te echo.
-Es la puta máquina que me roba, ties´la enseñá, cagüen la Vir…
-José, a la calle, a la calle por blasfemo
-Ya sabes que te digo: que a me cagüen en D…, ya me cagüen D… y a me cagüen en la p… Vir.. Ya me voy, pero me llevo la máquina
Ni corto ni perezoso, José, que tenía la fuerza y la corpulencia de un toro, levantó la máquina, dio un tirón, arrancó los cables, y se giró con la máquina entre los brazos. Pero Baco ya reinaba en la barra hacía rato, midió mal, creyó que estaba a la altura de la puerta y, con la máquina por delante se empotró contra la luna de la cristalera.
Se armó un gran alboroto. Ahora el que estuvo a punto de jurar en arameo fue Xipón. Como José libró sin un solo rasguño, las bromas y chirigotas se multiplicaron y se dejó de sacar carbón por un momento. No mucho.
Sigue mañana