PREGÓN DEL CARMEN-2021
Por María Josefa Fernánde Cañete en nombre del Colectivo de Enfermería del Àrea Snitaria II
Agradecimientos:
- Enfermeras y resto de compañeros de todas las categorías, por seguir adelante a pesar del miedo y la incertidumbre
- Aquellas personas que pensaron que merecíamos este honor y a las que no
- A los cangueses especialmente porque este virus les ha robado otra vez las fiestas
Permitidme recordar (volver a pasar por el corazón) a todas las personas que ya no están, a los compañeros caídos, a nuestros mayores, amigos, vecinos y familiares porque este año de oscuridad les han, nos han arrebatado mucho más, para ellos nuestro más profundo respeto y una advertencia, aún no hemos acabado, no os olvidéis de las únicas tres cosas que nos mantienen frente al virus: mascarilla, higiene de manos y distancia física.
Las enfermeras (y de ahora en adelante me referiré a todas y todos con esta forma en femenino porque en nuestro colectivo siempre ha sido así, no hay conflicto, para nosotras las enfermeras el término inclusivo es este, y lo voy a dejar ahí, pero un término inclusivo también podría ser el de artesanos y no discutiremos por la ‘a’) no estamos acostumbradas a dar pregones, así que esperamos no defraudar o por lo menos no aburrir y sabemos lo importante que para los cangueses son estas fiestas ya que son parte de su identidad cultural, y para las enfermeras los valores culturales, creencias y modo de vida forman parte de nuestra comprensión de la persona para poder brindarle los mejores cuidados.
Venimos a contar una historia y, como no podíamos estar todas os traemos imágenes que irán acompañando a este pregón. Todas esas enfermeras son profesionales del cuidado, trabajan en base a evidencia científica. Pero primero tenemos que ponerles en contexto, para ello vamos a retroceder un poco en el tiempo:
Corría el año 1981 del siglo pasado y comenzó a hablarse de la construcción de un hospital. No fue sencillo, muchos lo recordarán: manifestaciones, ubicación, protestas, proyecto sin ultimar, obras paralizadas… Por si fuera poco, en el año 1984 se reorganiza el mapa sanitario para lo que conoceríamos como Atención Primaria con la estructura que aún hoy tenemos y finalmente en 1986 se inaugura el Hospital Carmen y Severo Ochoa y se ubica temporalmente el Centro de Salud de Cangas del Narcea en dependencias de este edificio donde hoy (julio de 2021) aún sigue… les he dado unos segundos para calcular y sí, son ya 35 años). Creo que los asturianos y cangueses tenemos que trabajar un poco más la idea de temporalidad o darnos un premio por nuestra resiliencia. Ahí lo dejo.
Y ahora volvamos a nuestra historia: existe una villa al pie de 100 montañas, escarbada entre profundos valles adornados de robledales, hayedos, tejos, brezos… que presume de un clima diferente y a la que llegar siempre fue difícil (y tanto que como nos caiga otro argayo en el sitio más indicado alcanzamos la independencia sin referéndum y ríete, Puigdemont).
A esta villa fueron llegando enfermeras de toda Asturias (ahora ya las hay autóctonas) y de distintos puntos de nuestra geografía: Valladolid, Salamanca, Cantabria, León, Valencia, Zamora… y nos colamos en vuestras vidas de forma silenciosa. Unas ya se fueron porque la vida siempre implica cambios, pero otras muchas nos quedamos y formamos nuestros hogares. Algunas presumimos de tener hijos e hijas cangueses con la esperanza de dejar en este mundo personas luchadoras y no conformistas, de esas que a pesar de la adversidad no se rinden, porque así sois los cangueses:
- Os quisieron aislar y entre otras muchas cosas os convertisteis en la fuente más importante del Patrimonio Inmaterial Asturiano del que aún beben etnógrafos y folcloristas.
- Os arrebataron vuestro principal motor económico y dejasteis de horadar las montañas en busca de carbón para arañar su superficie dándole forma de sarmiento al paisaje para ofrecer al mundo un caldo único.
- Os quisieron silenciar y cada 16 de julio eleváis vuestro grito al cielo traspasando fronteras. Nadie dice tanto en tal solo unos minutos.
Y las enfermeras deberíamos vernos reflejadas en vuestro carácter porque llevamos encima lo que parece una capa de invisibilidad que sufrimos como una maldición. Nos dedicamos al cuidado y os acompañamos en todas vuestras etapas vitales: estamos presentes en ese primer grito a la vida, en vuestro caminar incierto a la madurez, cuando comienzan a aparecer problemas de salud y necesitáis una guía para manejar la incertidumbre, somos ese bastón que mantiene el equilibrio y autonomía en la senectud, y cuando las fuerzas y la voluntad ya no bastan y debéis viajar solos, estamos también ahí para daros la mano y que el miedo no os venza.
Así vivimos entre vosotros, cuidándoos sin hacer ruido, adaptándonos a este entorno, involucrándonos en vuestra cultura y tradiciones, porque eso también es “cuidado”.
Y de repente un enemigo silencioso, destructivo y letal irrumpió en nuestras vidas y puso al límite nuestro sistema sanitario, y las enfermeras salimos a la luz para ocultarnos de nuevo tras las mascarillas, los trajes de protección, los guantes, las pantallas… es curioso, fuimos más visibles cuando era más difícil vernos, pero conseguimos que sintierais nuestros cuidados.
Tuvimos que liderar, entre otras cosas:
- La puesta en marcha de las distintas intervenciones en centros residenciales y establecer canales de comunicación y cooperación con los servicios sociales.
- Coordinamos los planes de contingencia y la gestión de casos en centros educativos con los docentes para que ellos y nuestros estudiantes estuvieran más seguros.
- Implementamos sistemas de recogida de pruebas diagnósticas, PCR a grandes grupos de población para cortar o limitar la transmisión y circulación del virus.
- Estamos liderando con éxito el mayor reto logístico al que nuestro sistema sanitario se ha enfrentado hasta ahora con el Plan de Vacunación contra la COVID.
Claro que no estamos solas en esto, nos acompañan muchos y valiosos profesionales de todas las categorías y las enfermeras sabemos que el éxito está en trabajar al lado de y de forma transversal.
Y a pesar del miedo, de la incertidumbre supimos permanecer. Cometemos errores, somos también vulnerables y hay momentos de flaqueza, de desesperación, pero durante todo este tiempo hemos sentido vuestro cariño, vuestros aplausos… y no, no todo va a salir bien, pero las enfermeras os podemos asegurar que seguiremos aquí a vuestro lado, siempre visibles, o no… eso ya depende de todos vosotros.
Ojalá ese carácter cangués impregne a todas las enfermeras para tener arrestos de exigir el reconocimiento que merecemos más allá de los aplausos:
- Participar en la toma de decisiones de políticas públicas y sociales que afectan a las personas, a su salud y bienestar porque tenemos las competencias, la experiencia y el liderazgo necesario.
- El desarrollo efectivo y definitivo de todas las especialidades para que cada enfermera esté donde debe estar según sus conocimientos y competencias.
- El reconocimiento A1 en la clasificación profesional de la Administración Pública.
- Necesitamos un cambio profundo en las políticas de recursos humanos y contratación, así como mayor estabilidad de empleo.
Quizás la solución esté en distintas y diversas alianzas. Quizás enfermeras y cangueses debamos exigir políticas de protección o privilegio como nuestro vecino el oso, que ha sabido ocupar y reclamar terreno sabiéndose protegido.
Marchemos juntos pues y alcemos la voz para que nadie pueda silenciarnos. Viva Cangas. Viva El Carmen. Viva La Magdalena.