Las fuentes de Berzocana y su influencia en la vida del pueblo
Reconoce la Historia que las fuentes han actuado siempre en los pueblos y aldeas como verdaderos centros sociales de convivencia e integración.
Solía decirse que no hay pueblo sin iglesia, fuente y lavadero. Sin embargo, éstos últimos han ido perdiéndose a lo largo de los años aunque algunos pocos han sido recuperados más con fines turísticos que para aquellas funciones para las que fueron creados. Muchos estos elementos de arquitectura popular vienen a recordarnos otras formas de vida, aunque no tan lejanas, sí ya casi olvidadas.
También algunas fuentes servían para este menester y todo ello era esencial cuando aún no existía, ni se pensaba, el agua corriente en las casas, (aún menos la lavadora y los detergentes), y ellas facilitaban a las mujeres el lavado de la ropa aprovechando el discurrir del agua en determinadas épocas del año. Y estos lugares que eran esenciales para las amas de casa, desempeñaban también una función especial como lugares de encuentro y distracción. No en vano pasaban horas dedicadas a estas faenas.
Hecha esta entradilla generalista quiero centrarme en las fuentes; en las fuentes de Berzocana ya que, si en algún tiempo hubo lavadero, yo no llegué a conocerlo ni tuve razón alguna de su existencia. Sí me consta que nuestras madres y abuelas acudían a lavar a los arroyos más cercanos como El Pero, El Mellado, a las Pasaeras; o más lejanos, como la Cabeza del Moro, cuando agostaban los regatos.
Hemos quedado pues en que las fuentes han sido a lo largo de los tiempos centros de relaciones sociales y humanas, incluso lugares especiales para el conocimiento de mozos y mozas y el cortejo en años en que los lugares de diversión y encuentro eran prácticamente inexistentes y los bailes no iban más allá de los que tenían lugar en determinadas fiestas especiales o las patronales de cada lugar.
Cuando aún hoy uno pasea por los lugares donde están ubicadas estas fuentes piensa inevitablemente en las confidencias, conversaciones y noticias de las que serán testigo las piedras, casi siempre desgastadas, de sus paredes. Y aún puede uno comprobarlo en la forma en que todo ello ha quedado reflejado en muchas obras literarias que demuestran la importancia que tenían en los pueblos estos espacios
Permítame el lector que, por pertenecer al barrio en que nací y viví en mis primeros años, me refiera en primer lugar a la
Fuente de las Carretas.
Está situada a la salida del pueblo, en el camino de Solana, un poco más allá de la explanada de las Carretas, lugar en el que ahora se levanta el Cuartel de la Guardia Civil, y a ella acudían esencialmente los vecinos de toda la parte alta del pueblo, incluso de bastante más allá como relato en el artículo “A por agua a las Carretas” (https://www.deaceboyjara.com/2016/04/11/berzocana-a-por-agua-a-las-carretas/) en el que se referencian los viajes de Pili Cuadrado y su hermana Fefa que cada tarde de verano pasaban con sus cántaros y barriles a por agua fresca desde su casa en constante subida. (También hay referencias a las otras fuentes).
En aquel entonces rebosaba agua y la pileta situada hacia el camino ante su brocal siempre se encontraba llena. Era el lugar asignado para que bebiesen los animales que por allí cruzaban en su diario ir y venir a los campos o cuando se los llevaba “al agua” desde la cuadras. Allí estaba siempre un cubo con su correspondiente cuerda que permitía sacar el agua e ir llenando los cacharros que a su transporte cada uno dedicaba. Ahora se encuentra cerrada y con un cartel que señala “agua no potable”; ¡Cómo cambian los tiempos y las cosas!.
Su denominación, como el de la calle desde la que se llega a la misma, deben su nombre a ser éste el camino por el que las carretas llegaban o salían del pueblo en sus primeras épocas en su camino norte hacia Cabañas, o buscando el vadear el Tajo camino de Navalmoral u otros mercados.
La Trasoná
Es la más enigmática de todas. Hasta el nombre se enreda en su propia etimología y significado, que desconozco, ya que ni Trasoná ni Trasona (municipio asturiano) aparecen en el Diccionario de la RAE ni en la Enciclopedia, aunque el prefijo “tras” aporta un significado de “más allá de …”. Señalar que, según algunos autores, a la ermita de la Concepción se la denominó en sus orígenes como “La Trasoná”
No eran muchos los vecinos que a la fuente acudían diariamente. Algunos de la Plaza Vieja, la Altura y poco más. Por el contrario era mucha la afluencia de hombres y ganados que diariamente iban y venían a los cercaos, la era de La Mocara, las Caballeríasy otras fincas camino , y que allí paraban para que bebiesen las caballerías. O aquellos otros que acudían a abrevar el ganado o llenar sus cantimploras o calabazas
En el imaginario infantil estaba llena de misterios y temores que las madres se encargaban de aumentar, especialmente en las tardes desde primavera a invierno cuando el callejeo y las andanzas por los campos cercanos al pueblo eran haceres cotidianos de la chavalería
-¡No vayáis a la Trasoná!. Podéis ir hasta la Concepción, pero ¡nada de acercaros al pozo! Y explicaban sentenciosas: Ya sabéis que al agua llama a los que se asoman y ya se han caído y se han ahogado allí más de uno, porque cuando te caes ya es imposible salir. Y siempre tenían algún ejemplo a mano que demostraba su teoría dándote el nombre y relatando el caso de algún sucedido al respecto siempre ocurrido muchos años atrás. Aunque también había uno más cercano del que echar mano cuando la ocasión lo requería.
El caso es que a los muchachos de mi generación, y de alguna posterior, nos hacía efecto y andábamos por los alrededores con mucho cuidado. Nunca se podía venir corriendo monte abajo fuera del camino porque te podías caer y allí quedabas. Inocentes de nosotros pues aunque quizás en un principio el pozo estuviese descubierto, en mi memoria siempre aparece ya cubierto.
Nos asomábamos con mucha precaución, empujando la cabeza muy despacio más allá del brocal y adivinando abajo, en la negritud de las paredes, lejana, el agua. El colmo de la valentía era el poder lanzar una piedra y calcular la lejanía del agua por lo que tardábamos en oír el golpe que aquella producía al chocar.
-¿Te ha llamado el agua?
-No sé, pero he sentido un cosquilleo raro en la barriga
-Voy a asomarme bien; señaló intrépido Chelines, el del Guardamontes, que era un demonio en todas estas aventuras a campo abierto.
Dicho y hecho. Nos colocamos alrededor de la ventana que daba acceso al pozo. Chelines se subió a unas piedras que, colocadas en el suelo, permitían ganar unos centímetros a los que debían de lanzar abajo el cubo para sacar el agua.
-Agarrarme de la cintura p´abajo y así, si el agua me llama, chillo y tiráis de mía p´atrás, nos señaló Chelines a la concurrencia
Y nos colocamos adecuadamente a su alrededor. Unos le agarraron de las piernas y Luis Guarrino le abrazó por la cintura. Muy despacio fue metiendo la cabeza más allá del brocal.
-¿Ves algo?
-¡Qué va!, ¡está to negro!
Se asomó un poco más. Con el brazo izquierdo se sujetaba al muro lateral. Introdujo el derecho armado con una piedra.
-¿Te llama el agua?
-Yo no oigo na. ¡Allá va!. Y lanzó la piedra hacia abajo. Se oyó el golpe contra el agua y simultáneamente los gritos de Chelines
-¡Sujetaime que me llama!, ¡que me llama!, gritó lanzándose hacia atrás sin necesidad de que nadie lo hiciera por él.
No tardaron en aparecer las risas y las bromas.
-No sé tú, dijo Luis Gordura, pero yo taba cagao a virote.
-¡Y yo también, no te jode!, contestó Chelines; pero había que hacerse el valiente.
Y lanzando piedras contra todo lo que se movía volvimos al pueblo
La Fuente Nueva
Como su propio nombre apunta es la más nueva de todas. Es la que menos conozco dado que era la más alejada de mi barrio. Surgió al producirse el ensanche de la población, con eje en la Plaza, a partir del siglo XVI a lo largo del cual se asienta el culto a los Santos y su influencia en la comarca e incluso en la provincia. Así aparece el llamado Barrio Nuevo con casas un poco más grandes que en los precedentes. Surgen las calle Balcones y Nueva en las que se sitúan lo que van a ser importantes núcleos de negocios y empresas. Hasta hace no muchos años se situaban en las mismas bares, tiendas, e incluso un banco.
La Fuente Nueva es el referencial del barrio de La Duche, el más ordenado del pueblo con calles rectas y manzanas cuadradas. Se adaptan a un terreno de pendiente considerable. Es una zona muy húmeda, con abundantes manantiales recogidos en pozos. Casas singulares como la que fue Fábrica de Harina, o la de Celestino Tovar. Otras son grandes con espaciosos patios, muchas con fuertes bóvedas y sólidas paredes. El barrio lleva a la ya citada Fuente Nueva ubicada en el mismo cauce de la garganta de San Juan.
A su alrededor se desarrollaba la misma actividad que en la de la Carretas siendo centro de reuniones de los vecinos y vecinas de la zona que aprovechaban el aprovisionamiento de agua para llegar a ella paseando y charlar y pasar revista a las últimas novedades habidas.
Su camino era centro esencial en las correrías de la chiquillería del barrio en las tardes primaverales y de verano y todos los que allí se criaron y crecieron tienen alguna anécdota que contar.
-¡Mari!, ¡Mari!. Te espero en el camino de la Fuente, hacia las nueve
Susurrando, Luis avisaba a la moza con la que se encontraba algo ennoviado. Y así ella, con un cubo en la mano y él con el barril, se encontraban camino de la Fuente haciéndose los distraídos y como si todo hubiese sido casual. Seguro que el camino y la fuente fueron testigos de más de un beso de amores adolescentes y de fervientes declaraciones amorosas de los jóvenes de la Duche. Y quizás hasta nos puede susurrar momentos de mayor intensidad. Por cierto, Duche puede que provenga de ducha, incluso con sus connotaciones francesas: douche.
El pilón
Como su nombre indica no es propiamente una fuente. Pilón se dice de la construcción que se levanta junto a una fuente usada como abrevadero del ganado o como lavadero Receptáculo de piedra o de fábrica que se construye en las fuentes para recoger el agua. Generalmente del mismo salen unos caños que facilitan a los usuarios la recogida del agua. Señalaremos como curiosidad bien fundada que se dice “beber del pilón” cuando alguien se hace eco de las habladurías de la gente, ya que el pilón del pueblo era lugar de intercambio de chismes y habladurías.
Al igual que la Fuente Nueva, aparece el pilón con la expansión del pueblo y con su construcción se buscó el dar servicio a toda la zona surgida alrededor de la nueva Plaza y las calles que de ella parten.
Durante muchísimo años fue lugar muy frecuentado en tardes y mañanas tanto por las mujeres que al mismo acudían a aprovisionarse como por el gran número de labradores camino de fincas y huertos que , antes de partir o al volver, paraban en el mismo tanto para aprovisionarse de agua como para dar de beber al ganado. Eran largas las paradas por cuanto se aprovechaba el momento para charlar, tontear mozos y mozas, e incluso quedar para el baile del domingo como ya hemos narrado en otro artículo: (https://www.deaceboyjara.com/wp min/post.php?post=8393&action=edit)
En el mismo artículo hacemos también referencia a las aventuras de la niñez en torno al pilón cayendo al agua una y otra vez al lanzarnos sobre alguno de los dos caños para sujetarnos en ellos y poder así beber “a galro”. Había que dominar el sistema por cuanto, al estar mojados, un deslizamiento de la mano acababa con el osado en el agua y el consiguiente pitorreo y aplausos jocosos del resto.
Otras de sus misiones era la de recibir en su gran pila a aquellos mozos foráneos que llegaban al pueblo a cortejar. Si se consolidaba la relación, la mocéa le proponía dos opciones: o pagaba una arroba de vino o era lanzado al pilón sin más miramientos. Yo mismo llegue a conocer más de un caso.
Ahora con el cartel de agua no potable, al igual que la fuente de las Carretas, ha quedado relegado a elemento decorativo perdida ya toda su importancia como centro social, aunque no como elemento generador de recuerdos y remembranzas.
El Venero
Situada en la afueras del pueblo, casi mediada ya la ascensión al Cogorro, dicen que es la que vierte el agua más fresca de toda la zona, de ahí que fuese muy visitada en verano, tanto para llenar botijos y cántaros como para pasar un rato en el rincón que conforma a la sombra de los castaños que la rodean.
Durante muchos años fue lugar al que pasear en las tardes de domingo. Era un lugar muy visitado por las parejas de novios o pequeños grupos de mozos y mozas a punto de iniciar relaciones. El camino de ascenso siempre brindaba la ocasión para un momento de intimidad, lejos de miradas indiscretas de comadres o de la exhaustiva vigilancia que cura y Guardia Civil ejercían al respecto en la postguerra.
Los otros, los más jóvenes, se decantaban por el Peral de las Mozas, en la carretera de Cañamero.
Tras unos años de esplendor, y quizás desde mediados los setenta, tuvo una época de olvido. El lugar se deterioró, casi se cerró el camino y la fuente cayó en el olvido. No hace mucho se recuperó de nuevo adecentándose el entorno y volviendo a ella la vida, aunque no las parejas que ya no necesitan el buscar momentos íntimos de forma tan complicada. Ahora somos los mayores los que hasta allí paseamos en las tardes agosteñas.
Venero se dice de la corriente de agua que brota del suelo de forma natural; de ahí su nombre.