De sextaferia o a caminos: su decaimiento
De muy antaño viene la costumbre. Las aldeas hubieron siempre de resolver sus problemas mediante el trabajo comunitario. Y así se sigue haciendo en la mayoría de ellas principalmente en Asturias y Galicia. Los vecinos, a toque de campana antaño y mediante mensajes o grupos de guasap hogaño, se concentran provisto de sus herramientas con el fin de limpiar caminos, arreglar cunetas, desbrozar o resolver cualquier problema que afecta a la comunidad, como el servicio de aguas o su evacuación, y que si ellos no resuelven nadie de fuera va a acudir a hacerlo.
En el tratado de Derecho Consuetudinario aprobado por la Junta General del Principado en 2007 se señala que “la sextaferia es una prestación personal, de carácter obligatorio y no voluntario, para llevar a cabo trabajos comunales destinados a la apertura, construcción, reconstrucción, conservación, reparación, mantenimiento, arreglo, limpieza y mejora de caminos vecinales, fuentes, abrevaderos, lavaderos, puentes, suministros de aguas y demás infraestructuras similares, localizadas en el pueblo y en sus espacios productivos, de interés exclusivo para sus vecinos”.
Según la ordenanza sobre sextaferias generalizada en el Principado, las obligación de acudir a estas convocatorias afecta a todos los vecinos de entre 18 y 65 años de edad. Cada casa habitada durante al menos dos meses al año debe aportar un obrero con los utensilios necesarios para trabajar. La obligación puede redimirse con un pago económico, pero cabe una pena de sanción en las ausencias de hasta seis veces el salario mínimo.
Aquí surge otro problema antes no existente, y es que cada vez son más las casas que en las aldeas son ocupadas por descendiente de vecinos que emigraron en su día y que solo las utilizan parte del verano, estando prácticamente casi todas menos de dos meses ocupadas, lo que las libera de la obligación de asistir “a caminos”. Y de otro lado, la mayoría de la población habitual de estas aldeas supera con creces los 65 años lo que añade una dificultad más al cumplimiento del deber cívico.
Y a todo ello viene ahora a unírsele el “palo definitivo” que pueda acabar con las sextaferias. Y es que la actual legislación al respecto establece que “los participantes en este tipo de trabajos comunales tienen que estar asegurados por la organización, se trate de una asociación vecinal, una parroquia rural o un ayuntamiento”. Ya ha habido sentencias condenatorias por lesiones habidas en este tipo de trabajo que han obligado a las organizaciones a compensar a participantes heridos en sextaferias organizadas en las aldeas y que no disponían del correspondiente y ahora obligatorio seguro de accidentes.
Con estos criterios, desde muchas parroquias rurales advierten que, la sextaferia no se puede mantener, y más aún “cuando cada vez se ponen más trabas desde la administración por auténticas tonterías”, aseguran.
Todo ello ha llevado a que la sextaferia, el “ir a caminos”, se está dejando de hacer llevando a las aldeas a un mayor descuido, abandono y mantenimiento de los bienes y servicios comunes.