Políticos: El ingenio de ayer, la chabacanería de hoy
Soy de los que opina que el nivel dialectico de nuestros representantes políticos es bajo o muy bajo, nulo el sentido del humor (salvo excepciones) y totalmente ausente en el mismo la impronta, el sentido crítico, mordaz, ingenioso y rápido en las respuestas. Todo demasiado chabacano. Recuerden el rifirrafe de una diputada popular con la ministra Montero
-¿No le da vergüenza estar casada con un machista?
-Yo me meto en la cama con quién me da la gana, fue la respuesta.
Tal cual podríamos haberlo escuchado en el bar de la esquina en lugar del Parlamento y con una ministra de protagonista.
Compárelo con esta otra situación:
José María Gil Robles, líder de la derecha, pronunciaba un discurso en el Congreso en el año 1934. Desde uno de los bancos de la oposición, salió una voz que a grandes gritos señalaba: “Su Señoría es de los que todavía llevan calzoncillos de seda”.
Risas, voces, griterío… siguieron a este exabrupto. Gil Robles esperó a que las aguas volvieran a su cauce, miró al diputado que le había interrumpido y le replicó de forma elegante: “No sabía yo que su esposa fuera tan indiscreta”. No me dirán que no es una fina y sutil forma de llamar cornudo al diputado.
Pero peor aún es que ahora ni siquiera se aplaude lo ingenioso, los aplausos parecen como obligatorios al final de cada párrafo del líder de cada grupo diga lo que diga tal como ocurría con la clá (claque) a cuyos miembros se compraba para aplaudir o patear en los teatros.
Otra anécdota conocida: Winston Churchill hablo en el Parlamento. Y a él se dirigió Lady Astor, primera mujer que ocupó un escaño en la Cámara de los Comunes:
-Si usted fuera mi marido, le echaría veneno en el té”
-A lo que el político respondió con rapidez: “Señora, si usted fuera mi esposa… me lo bebería”.
Sigamos: En una sesión del Parlamento de la 2ª República, Ossorio y Gallardo describía la situación política con negras tintas y se lamentaba del estado de las cosas. En un momento de su discurso adoptó su tono más patético y exclamó: “¿Qué será de nuestros hijos?”. Del fondo del salón de sesiones se oyó una voz: “¡Al de su señoría le hemos hecho subsecretario!”.
Más guasa tiene la que se le atribuye a Francisco Silvela. Mientras un diputado pronunciaba un aburrido discurso, un ujier se acercó a don Francisco y murmuró a su oído: “Su señoría está dormido”. Le contestó Silvela: “No estoy dormido, estoy durmiendo, que no es lo mismo estar bebido, que estar bebiendo”. Posteriormente, Cela, con su humor procaz, remató la cuestión, añadiendo que “No es lo mismo estar jodido, que estar jodiendo”.
El presidente del Consejo de Ministros, Antonio Cánovas del Castillo, recibió a unas mujeres que fueron a pedirle un favor, al mismo tiempo que éstas se disculpaban por ello:
– ¡Ay, don Antonio! Debe usted de estar harto de nosotras, porque no dejamos de pedirle cosas.
El político, conocido también por su fina ironía, contestó:
– Señoras, a mí las mujeres no me molestan por lo que me piden, sino por lo que me niegan.
Otra más: Un diplomático se estaba entrevistando con el Presidente de la República Popular China, Mao Tse-tung, cuando le realizó la siguiente pregunta:
-¿Qué habría pasado si, en lugar de haber matado a Kennedy, hubieran matado a Kruschev?
-Hay una cosa que es segura: Onassis no se habría casado con la señora de Kruschev, respondió el líder chino
Sigo: En cierta ocasión, le preguntaron al Primer Ministro británicoBenjamín Disraelisobre la “diferencia ente una desgracia y una catástrofe”:
-Lo entenderá usted enseguida, respondió: Si Gladstone (su enemigo político) cayera al río Támesis y se ahogara, eso sería una desgracia; pero si alguien lo sacara del agua, eso sería una catástrofe
Y permítanme que termine con una no parlamentaria:
Groucho Marx hizo un comentario no muy acertado a una dama, lo que provocó la intervención indignada del marido:
-¡Señor! ¡Esta dama es mi esposa!¡Debería usted avergonzarse!
Y el humorista contestó raudo: “¡Si esta dama es su esposa, es usted el que debería avergonzarse!