Rueda de otoños, rueda de vidas
Son las últimas. Desesperadamente se agarran a las desnudas ramas en un último intento de vida. Contraponen su gastados amarillos a las sombras del anochecer que se abaten sobre el río.
Y se nos muestra el árbol como un símil de la vida. Son muchos los que se han quedado atrás. Son ya muchas las hojas y vidas perdidas procedentes todas de un mismo tronco. Y como dice Concha Velasco, los que primero fuimos viejos, luego mayores, seguidamente tercera edad y ahora población de riesgo, miramos el árbol nostálgicos y agradecidos. Somos esas últimas hojas amarillentas que cualquier brisa inoportuna puede tirar al suelo.
Pero el árbol volverá a renacer. Y vendrán nuevas primaveras que otra vez, en la rueda eterna y repetitiva de la vida, volverán a tener su otoño. Y les seguirán los fríos inviernos y los calurosos veranos. Y cada otoño, junto al río, el árbol volverá amostrar sus últimas hojas amarillentas.