Aquel Belén Viviente del Casanova
Llegadas estas fechas, año tras año, me vienen a la mente los muchos que viví entre nervios y prisas enredado en los ensayos y montaje del Belén Viviente.
Les cuento: todo se inició hacia finales de los setenta en Soto de la Barca (Tineo) donde Maribel y yo ejercíamos de maestros. Entonces éramos allí nada menos que cinco. Lo de los belenes ya lo traía yo inyectado desde mi niñez y siempre los viví con mucha entrega y regocijo.
En las escuelas, uno barracones situados en el pico del poblado, iniciábamos la comitiva de pastores con María montada en un burro y José llevándolo del ronzal. Así nos dirigíamos todos a la iglesia donde nos esperaba el entonces párroco, Don Prudencio. Tras sus palabras alusivas al acontecimiento, junto al coro del Colegio que yo preparaba, cantábamos acompañados de la correspondiente percusión toda una serie de villancicos, la mayoría extremeños, ya que aquí el cantoral es más que limitado. El primer Niño Jesús fue mi hijo José Luis que años después sería San Jose en Cangas junto a Inma Rivera que ejerció de María.
Esta sencilla estructura de Soto fue la que con nosotros llegó al Maestro Casanova, en Cangas. En 1.989 mostramos el primero en los patios escalonados que entonces existían. No he encontrado ninguna referencia escrita al respecto. Sí se hace eco de ello La Maniega de enero de 1.991, referenciando un artículo de la Voz de Asturias de Aladino F. Pachón en el que se especifica que los 529 escolares, de primero a octavo “protagonizan por segundo año consecutivo un Belén Viviente en el que interpretan papeles de protagonistas, papeles secundarios, comparsas y coros”.
Y continúa: “En los patios escalonados del Maestro Casanova la trama navideña alcanza su apogeo al anochecer –con buen frio emulando la mejor climatología galilea- entre la jubilosa y numerosa expectación, sobre de todo de los padres de tantos niños convertidos por unas hora en pajes y en pastores de postal navideña”. Y sigue más adelante: “Noelia Rodríguez, de 13 años, hizo de María, y Alejandro Fernández, también de 13 de José. Y como en Soto, ella se subió al burro y él tiró del ronzal.
Un miembro de la Asociación de Padres fue Baltasar; el alcalde José Manuel Cuervo, un ilusionado Gaspar, y un maestro jubilado, que según cuentan cuando estaba en activo era muy severo con los alumnos “con la consiguiente mala fama de duro entre el alumnado”, hizo de Melchor. Y dice el periodista: “Cuando sus exalumnos pequeños y grandes se acercaban hasta él con las cartas en la mano, su dureza de antaño no pudo evitar ablandarse y que las lágrimas resbalasen desde los ojos emocionados para que el frío de la noche canguesa las congelase sobre la blanca barba postiza como si quisiera delatar ante todos la emoción a corazón abierto de un viejo maestro jubilado que en Navidad demostró el sentimiento que en el ejercicio de la profesión quiso evitar.
Y remata. “El Nacimiento del Casanova es ya el espectáculo navideño de Cangas del Narcea. La representación es completa. Pregonero del César y soldados salen del castillo de Herodes (el Ayuntamiento para la ocasión), el ángel anuncia el acontecimiento desde la terraza de Morodo, los pastores acampan con un fuego real abajo en el prao; José y María recorren las posadas de cartón de las que sale humo y donde no les atienden. El pesebre, coro con instrumentos típicos, pastores en corro según curso, ovejas junto al establo sobre el que brilla una estrella, bengalas en la noche….
Llegado el momento una palmera de fuego estalla en el cielo inundando todo de luz. Y en ese momento, los Magos inician su camino hacia Belén.
Y así, año tras año, agregando cada uno de ellos más personajes, momentos, luces y sonidos (12 gaiteros en el 91), muchos niños fueron viendo cumplidas sus ilusiones hasta el año 2006, veintiocho años ininterrumpidos. Seguro que muchos de ellos avivará hoy sus recuerdos con esta semblanza