Nosotros y el agua camino del invierno
Se abre el río al incipiente invierno. Inclinan los árboles sus peladas copas hacia el agua saludando su paso aún rápido tras la última riada. Contraponen los verdes su fuerza frente al pardo triste de los árboles y las hojas y maleza apiladas junto al camino.
Están solitarias la senda del Vino y la recta del Pontón. Entre nubes y claros, la mañana se abre al paseante templada para estas fechas de un diciembre al que solo le quedan una docena de días, y un otoño que agoniza en dos.
Arriba, a la izquierda, asoman temerosas las blancas fachadas que apuntan la presencia humana quizás ejerciendo ya sus recogimientos invernales. Algo que este año nos será mucho más fácil teniendo en cuenta que lo hemos practicado durante casi todo el discurrir del mismo.
Me paro. Desde la carretera se oye el murmullo del río sobre los silencios humanos. Un coche, petardeando en la recta, viene a romper la magia del momento.
Y el río y nosotros seguimos nuestro camino hacia el invierno