Y de nuevo la crisis azota las explotaciones ganaderas
-Muy buenes Xuan, ¿qué tal las cosas por el campo y la aldea?
-Buenes Cuntapeiro. ¿Han ido bien alguna vez?. Pues eso
Me encuentro con Xuan en la villa y tomamos un café. Gira nuestra conversación sobre los pueblos, el abandono de los campos y las dificultades por las que atraviesa la ganadería. Me explica Xuan, desde el conocimiento que le dan sus años, que en el campo se ha vivido casi siempre mal, pero que en los últimos años parecía que la cosa se había enderezado un poco.
-Han venido surgiendo nuevos ganaderos jóvenes que han comenzado a ver las cosas de otra manera, a salirse de la rutinas y a liberarse un tanto de las trabas heredadas que querían seguir imponiendo los mayores anclados en el ayer y en haceres que ya no tenían sentido alguno”, me dice.
Y me explica que, a media que se iban cerrando pequeñas explotaciones por jubilaciones y defunciones, los pocos jóvenes que quedaban en los pueblos se enfrentaron a la situación especialmente ampliando y tecnificando las explotaciones. Los que eso hicieron, afirma con rotundidad Xuan, sí han sido capaces de seguir adelante. Fuera de esas explotaciones, el resto de ganado que queda en las aldeas no es rentable, tan solo viene a ser un entretenimiento de jubilados que se han quedado en el terruño, en la casa solariega, y que son ya prácticamente los únicos que quedan en una gran cantidad de aldeas.
Y estos movimiento ganaderos han tenido mucha más fuerza en las zona de Naviego y Sierra y muy poca en otras como la de Rengos mucho más afectada por la bonanza de la época minera que hizo se cerraran muchas explotaciones a lo largo de los setenta y ochenta. Tineo, con la potencia de su producción lechera, acusa la situación pero se encuentran en mejor situación para capearla; supieron aprovechar mejor el capital derivado de las minas para mejorar y modernizar las explotaciones
Pero si la actividad ganadera había tomado pulso de la mano de ferias, certámenes, muestras y asociaciones como la de la Raza Asturiana de los Valles, y la entrega y preparación de muchos jóvenes ganaderos, el dichoso virus ha venido a asestarle un tremendo varapalo.
Las restricciones de horarios y espacios en restaurantes y bares han hecho caer el consumo de carne de forma alarmante. Y no solo aquí en España, peor aún ha sido el hundimiento de las exportaciones que han arrasado las líneas de exportaciones, el aumento de estokes, el derrumbe de la demanda y con todo ello la caída de los precios.
Y así se ha certificado en las últimas ferias con mucha oferta y poca demanda. Más de cien euros se han perdido en cada ternero, señalaban los ganaderos en Cangas y Pola de Siero. Y poco, muy poco movimiento.
Y no se olvidaban de que también en los hogares ha caído el consumo. El paro y como mal menor los ERTES, y la preocupación por el futuro y la necesidad de ahorro, han restringido el gasto diario de las familias.
Confiemos en que todo pase pronto, reviva el consumo, y nuestros ganaderos vuelvan con fuerza a los mercados.