NCLAUSTRADOS XLIII. Añoranzas de otros sábados
Sábado 25.- Por qué será que las mañanas de los sábados cambian e, incluso en su vorágine de andar por casa, se hacen más largas que la del resto de la semana. Y no digamos la tarde, aunque ésta, de alguna forma, viene a repetir no ya tan solo las vividas después de la jubilación, sino incluso las de antes. Siempre han sido, desde que los niños dejaron de ser niños y abandonaron el nido (a veces también antes), tarde de periódicos con sus suplementos y sofá. Y también, como siempre ha señalado César el mecánico, de “películas familiares”, que así venía a definir a las del Oeste.
Entre sol y nubes pasó agradable la tarde del viernes. Esta mañana de nuevo las nieblas han obligado al sol a recluirse en su mundo lejano. Ya mediada la mañana lo intentaba, pero no hubo nada que hacer hasta ya iniciada la tarde en la que pareció imponerse, algún momento de más luz en las silenciosas calles.
Echo de menos, imagino que como muchos de ustedes, la salida de mediodía con un vermú siempre animado que se alargaba en muchos casos hasta bien pasadas ya las tres de la tarde, especialmente a partir de esta época de primavera en que, con las terrazas llenas, el recorrido desde el Del Rio al Moreno se eternizaba con paradas de sol en sol o de sombra en sombra.
Y a falta de paseo por la calle Mayor, decido acercarme hasta Posada de Rengos y de allí subir hasta la ermita de San Luis que me trae recuerdos de juventud y de uno de mis primeros viajes a esta tierra a ver a la novia que veraneaba en Larna.
Envuelto en los recuerdos de aquel día de fiesta en la ermita, desando parte del camino y busco la Braña de la Trapa, en la Sierra del Pando, desde cuyas altura se divisa Muniellos al oeste y el Valle del Naviego al este. Tras un descanso, que ya saben ustedes realizo asomándome a la ventana, inicio el descenso hasta el mirador de Muxupena y en poco tiempo más llego a Villar de Posada; sigo por la carretera y seguidamente un pequeño trecho de camino hasta llegar de nuevo a Posada. Visito el mirador y la cascada de Aguas Blancas por la que el regueiro Ruicueva se precipita en busca del Narcea.14,5 kilómetros del recorrido que me hubiesen llevado unas cinco horas como mínimo me los he ventilado en una. ¡Lo que hace la imaginación pasillo arriba y abajo!.
Los sábados son días de huevos con chorizo, patas fritas y jamón extremeño. Ni regímenes, ni azúcar, ni colesterol, ni nada más de ni, ni…. Y todo ello regado con un vaso de vino (o dos) que hacen quedar el cuerpo nuevo para iniciar con ímpetu una nueva semana. Una semana más de encierro en que nuestros gobernantes seguirán empeñados en tratarnos como a niños y sermoneándonos desde las teles como a párvulos. Aplaudirán lo adictos al personaje y su causa, diga lo que diga, y silbarán los contrarios en el mismo caso; la ecuanimidad y el análisis reposado no es algo muy practicado por la mayoría de los españoles, aunque excepciones hailas.
Nosotros seguiremos paseando en la realidad del pasillo y la imaginación de pistas, caminos y veredas convencidos, yo al menos, de que el enclaustramiento impulsa los sueños y la creación de mundos de fantasía.
Paciencia y feliz jornada