La ventana indiscreta
Más que la ventana creo que el indiscreto es el vecino, en este caso yo. Está siendo esta ventana mi ojo a la calle, y por ende a la vida, en estos días de silencios y enclaustramientos. Y es siempre la misma.
Me viene a la mente aquella otra ventana indiscreta, concretamente la de la película estadounidense de 1954 dirigida por Afred Hitcock y con actuación de James Stewart y Grace Kelly .
Recordará el lector que la película se desarrolla en el patio interior de un pequeño edificio de grandes ventanas y amplios balcones. Al igual que aquí sucede en estos días, prácticamente todos pueden verse unos a otros si lo desean siempre que no echen persianas. En el centro del patio aparecía un parterre rectangular elevado cosa de medio metro y rodeado de flores. Aquí la calle con sus aceras, sus portales abiertos y sus tiendas cerradas
El protagonista está recluido por una pierna rota y una poderosa ola de calor y se entretiene mirando a sus vecinos, que tienen sus ventanas abiertas para mantenerse frescos. Lo mismo que hacemos nosotros pero sin el calor, y fijándonos más en el ir y venir de los pocos que caminan por la acera o en los vehículos que de tarde en tarde pasan despacio, que por lo que ocurre tras los cristales de los pisos de enfrente.
Sí nos lleva la indiscreción de la ventana al conocimiento de los vecinos del otro lado de los que no sabíamos nada en absoluto. Como mucho intuíamos cuántos eran en cada piso, comprobando ahora que en la mayoría de los casos estábamos equivocados. A los del mismo portal no los vemos; los intuimos en las ventanas a la hora de los aplausos.
Y nos pica la curiosidad de lo que ocurre en el segundo de uno de los bloques. Vive gente, pero nunca los vemos en la ventana. Esa suya que, al contrario que la mía, no es nada indiscreta.