Cosas de Xuan: Impuestos e Internet en los ochenta
Se iniciaban los ochenta. Xuan habla con Pasquín
-La verdad Pasquín que estos guajes de la Maniega son unos enredapleitos, a la más mínima colócannos nel papel y hala, ahí quedamos retrataos.
-La culpa la tienes tú que siempre andas metiéndote en opiniones y pleitos sin medir las palabras ni leer la prensa, sobre todo la de Madrid.
– Ya, la de Madrid es más prensa, y más gorda, y más gallaspera…. y yo el Papa de Roma. Métome donde me parez. Y bueno tú que tienes coche llévame a Larna que tengo que arreglar una cuestión de piensos con el Alegrías.
Y allá marcharon Pasquín y Xuan pista arriba mientras el viejo 127 carraspeaba y tironeaba de primera a segunda y de segunda a primera.
-El Alegrías estará bien contento, al igual que todos los comerciantes, ya que los han quitado el “iae” que pagaban.
-No seas burro, les han quitado el Impuesto de Actividades Económicas, o sea lo que pagaban a los ayuntamientos por tener comercio o bar.
-Eso está muy bien, pero si no ingresa el ayuntamiento ¿cómo va a hacer caminos y saneamientos y todas esas cosas?.
-Ves como no lees. Ya lo tienen arreglado, todos los concejos podrán subir la viñeta un 25%, aunque en principio pensaron en poner un impuesto sobre los teléfonos móviles.
-¡Tócate los … pedúnculos florales, Pasquín. Así que dejan de pagar los que tienen negocios y pagan los que tienen coche. Entós pasará como en Hacienda, pagan los que tienen nómina y el resto todo son pérdidas. Estaría mucho mejor eso de los teléfonos móviles, así dejarían de comprar tantos a los nenos que se están todo el día con el aparatito tiqui-tiqui y escribiendo burraes que no hay quien las entienda. Y empiezo con los de casa pues tengo yo un nieto que pónese en las almenas y habla con el amigo que tiene al lado mandando mensajes por el aparatito. ¡Ahí, ahí, ahí hay que darle a los impuestos, a eso, a la Internet.
-Hombre Internet es necesaria, es el futuro.
-Y el gran negocio de telefónica. Hasta chatean sin necesidad de ir de bares. Y se meten en páginas guarras, y enredan por allí sin orden ni control alguno. Mira aquí por el concejo necesitarán la internet esa una media docena, el resto para enredar y presumir de mandar y recibir emáis o como se llame eso… ¿Y para chatear?. Pues ya me dirá que lío para el Alegrías, ahora que le quitan los impuestos le quitan también los clientes a no ser que les mande los vinos por la Internet esa, ¡ja, ja, ja.!.
Y en esas andaban cuando pararon frente al bar más solo que la una que justo en esos momentos marcaban los relojes. Ambos amigos echaron pié a tierra y se adentraron en el local sentándose junto a la ventana. Abajo, en la capilla, empezaba la misa y apenas una docena de personas asistían a la misma.
-Que pena Pasquín. Acuérdome yo, y estaba ya casao, de como bullía antes este pueblo. Cuanta juventud, cuanto ir y venir, cuanto alterne y cuanta fiesta. Vine más de una vez a la fiesta, a Casa de Ginés de Melchor, el que estuvo tantos años en Guinea. ¡Era un hombre genial!. Nosotros nos hacemos viejos y los pueblos se quedan solos. Primero marcharon los curas, luego los maestros y por último los jóvenes. A este paso van a cerrar hasta los cementerios. Pero no nos pongamos tristes.
-Oye rapaz, ¿dónde está tu padre?
-No vino aún.
-Bueno pues mientras dáme a mí un veterano y aquí al ilustrao un anís de la asturiana.