CANGAS DEL NARCEA.-Rastraculos II
Ropa tendida. Una terraza semiderruida y un viejo Renault aparcado. Puertas viejas, cerradas y desvencijadas, hierbajos tapando la pared izquierda de su bajada. Rastraculos. La foto que miro tiene ya unos colores sepia pátina del tiempo pasado
Rastraculos, Arrastraculos, muestra su pasado de años vividos que completa con la conformación de su trazado que define su propio nombre. Muchos han debido ser a lo largo de la historia los cangueses que arrastraron sus posaderas por su empedrado; tantos, que vinieron a darla nombre haciendo olvidar el oficial de Submercado, “bajo el mercado”, en referencia al que en otros tiempos se efectuaba en la Plaza Conde de Toreno de la que arranca.
En su cortedad y estrechez guarda no obstante cientos de historia del diario acontecer cangués y de los que en la misma vivieron, transitaron a diario, o hicieron de ella referencia esencial de su vida y su pueblo. Recuerdos de niños a carreras, hacia arriba o a tumba abierta hacia abajo, o de paisanos pasados de pucheras que desde el Sotero o Las Rubionas intentaban su ascenso dando un paso adelante y dos hacia atrás.
Vía habitual que fue del ir y venir de los cangueses, del resbalar de los burros de las lecheras en las mañanas de hielo y frío. De los gritos de las vecinas en las mañanas de primavera con saludos plenos de cotilleos y encanto. Aquella Rastraculos llena de vida de mediados del pasado siglo.
Creció la villa y la calle se fu encerrando en sí misma. Se fue haciendo más pequeña y entrañable. Solo le quedaban las almenas y la mole del Palacio un poco más arriba. Grandes edificios surgían acá y acullá transformando lo que fue una villa recoleta en su vida y su hacer. Cangas se llenaba de forasteros y vecinos de las aldeas que, poco a poco, copaban sus viviendas y se iban integrando en la sociedad y sus costumbres.
Y comenzaron a cerrarse puertas a un lado y a otro de la calle mientras se abrían más y más en El Paseo, y en Barrio Nuevo, y en La Cogolla, y en el Fuejo.
Pero Rastraculos mantuvo su esencia y calor sencillo de vivencias transcurridas en sus casas y rincones. De amores y desamores, de cariños y olvidos.
Y ahí sigue, referencia en acontecimientos de nombres enrevesados que la hacen protagonista de un día u otro. Y así sigue, junto al vecino Prao del Molín, como referencia entrañable de canguesismo.
Entrañables y emotivos recuerdos de una calle que, aunque trasformada por el discurrir de los tiempos, aún guarda gran parte de la esencia canguesa, especialmente la que sus vecinos desarrollan y viven cada 16 de julio.
Bonita semblanza de esa calle por la que en algunos 16 de julio bajé o subí, siempre apurado, sin saber esa historia, ni por supuesto ese nombre. Muchas gracias Mera por dar a conocer los detalles de Cangas y Berzocana. Un fuerte abrazo, amigo.