Volvió el Belén Viviente del Casanova
Martes 17, seis de la tarde. Acabo de salir del hospital y aún me encuentro un poco `ído´. Esta vez es mi cara, no a de los niños, la que está pegada al cristal de la ventana. Ha nevado, hace frío, y la nieve cubre las montañas que rodean Cangas y viaja sobre los techos de los coches que bajan de los pueblos. Los aparcados en la villa aún conservan una ligera película de blanco.
Miro el reloj una y otra vez. Avanzan las manillas y no oigo el estamplido de la palmera de fuegos artificilias que anuncia la salida de los Reyes. Voy y vengo hasta la tele pero no me centro en nada. Maribel se ha ido al Colegio. Es el puente con el ayer.
Al final oigo unos voladores. Reacciono rápidamente.
-¡Claro!, me digo; es que antes de los Reyes los pastores de Cangas se acercan a Belén a entregar sus ofrendas. Eso significa que todo va bien.
Y es que trece años después, el Colegio Maestro Casanova ha retomado el Belén Viviente. Belén que dio sus primeros pasos en Soto de la Barca (Tineo) allá hacia 1.976 y que con Maribel y conmigo se vino a Cangas por 1.984 más o menos, aunque tardó unos años más en hacerse anual realidad en el Casanova creciendo de curso en curso. Con mi jubilación dejó de celebrarse.
Los profesores de ahora, con Dulce, la directora, a la cabeza, lo han recuperado. Con el mismo guion y casi las mismas músicas, el Belén ha vuelto al Prao del Molín con gran contento de toda la familia educativa del Centro y de muchos cangueses. Muchos han sido también los alumnos que a lo largo de los años tuvieron papel en el mismo y que ahora han gozado viendo a sus hijos estar donde ellos estuvieron aunque fuera simplemente en alguno de los corros de los pastores. Hasta la narradora era hija de otra que ya lo había sido en su etapa escolar. ¡Que montón de buenos recuerdos”. Y de tardes llenas de nervios.
Estalla la palmera de fuego y su resplandor se refleja tenuemente en los cristales. La música que durante tantos años acompañó la llegada de los Magos suena con fuerza en mi mente. Y desfilan por ella caras de alumnos en uno y otro papel. Desde aquellos grandullones de octavo de los primeros años a los más pequeños de sexto en los últimos. Y vuelven a sonar los villancicos extremeños que cantaba el coro escolar de los inicios mientras San José llegaba tirando del ronzal del burro en el que cabalgaba la Virgen. Y el heraldo del César leyendo el edicto de empadronamiento desde el balcón del Ayuntamiento. Y como desde la terraza de Morodo, el Ángel anunciaba el nacimiento a los pastores acampados en el Prao de Rastraculos entorno a un fuego real. Y las chimeneas de las posadas echando humo; y maestros y maestras yendo y viniendo ultimando detalles y colocando corros de alumnos. Y entonces éstos eran muchos. Logramos una perfecta coordinación de todos.
El resucitado Belén Viviente del Casanova debía de estar ya terminando.
Me senté aliviado y sonreí. Todo volvía a su ser.
Qué recuerdos!!! 8 años lo viví yo y tres mi familia al completo. Son de esas cosas que nunca olvidas, que siempre llegadas estas fechas comentamos en casa y nos saca una sonrisa llena de dulce nostalgia. Una grandísima idea recuperarlo