El juez, Gaspar, y la mula
Han pasado muchos años para unos, no tanto para otros. Es la relatividad del tiempo.
El caso es que Gaspar, conspicuo personaje que, de alguna forma, ha pasado a formar parte de la pequeña historia canguesa, decidió parar en el bar La Criolla y tomar un último vino antes de seguir viaje a Bergame, su pueblo natal y en el que residía.
Y no es que el personaje acumulase un largo periodo de ayuno líquido, ni mucho menos. Desde el bar La Mina y hasta La Criolla había parado al menos cinco veces alzando el vaso al menos en dos en cada “estación penitencial” realizada al decir de mi amigo Xuan que denominaba así a los chigres aún antes de que se inventase el lenguaje políticamente correcto.
Paró Gaspar y ató concienzudamente la mula a una de las argollas libres colocadas en la pared y a algunas de las cuales estaban ya amarradas otras caballerías. Dio una vuelta alrededor de la bestia, y tras comprobar que todo se hallaba en perfecto orden, se echó ligeramente el sombrero hacia atrás y entró decido en el bar donde fue recibido con gran alboroto de los parroquianos y gran amabilidad del dueño. Nuestro hombre tenía golpes de humor y decires geniales que hacían reír y pasar un buen rato a la clientela por un lado, y era un buen cliente en la apreciación del dueño, por el otro. Una y otra cosa justificaban lo ruidoso del recibimiento.
Vacío Gaspar su vaso de un solo trago, y con un golpe del mismo sobre el mostrador de madera instó al propietario a llenarlo de nuevo
-¿Gústate Gaspar?
-Gustame ho; pero no llega al de casa, gústame más con un pelín de acidez.
Fue Gaspar a sacar el pañuelo del bolsillo y algo debió de fallarle en la coordinación por cuanto su cuerpo se fue ligeramente hacia atrás habiendo de corregir rápidamente la posición para no irse al suelo.
-¡Cuidao Gaspar!. No sé si estarás tú para conducir la mula hasta Bergame; le dijo uno de los parroquianos con sorna
-¡Cagoen las pites de Grao! Toy pa beber unos cuantos más y dir hasta el pueblo más derecho sobre la mula que San Roque en la procesión de Tineo.¡ No te jode éste!. Además, la mi mula se conduce sola yes capaz de llegar a la corte aunque yo me duerma encima de ella nada más salir de Cangas
Para demostrar que estaba en perfecto estado pidió le llenasen de nuevo el vaso y se puso a tatarear por lo bajini
.-Fui al Cristo y enamoreime…
-¿Pero a qué Cristo fuiste Gaspar? ¿Al de la Salud, al del Remedio, o al de la Buena Muerte?
-Gaspar cazó la indirecta y estiró su cuerpo galleando
-¡Al de tu….! Frenó en seco al ver que en ese momento entraba por la puerta el señor Juez de la villa
-Buenas tardes a todos, aunque algunos aún están tomando las once. Saludó
-¡Buenas tardes¡, contestaron los clientes respetuosos. En aquel entonces un juez era un juez tanto en el juzgado como en el chigre. Gaspar incluso levantó un poco su sombrero hacia atrás en ademán respetuoso.
-¿Quiere un vino señor juez? Invítole.
-Acepto con la condición de que tú no bebas ni uno más
-Home señor juez eso no es precisamente justicia…
-Y por cierto Gaspar, voy a tener que denunciarte
-¿A mi señor juez?, pero si yo no he hecho nada, como no quiera denunciarme por beber mu deprisa…
La clientela asistía a la conversación callada pero con la sonrisa en los labios. Conocían a los dos y adivinaban que el juez quería tomar el pelo a Gaspar.
-Pues pagas en el acto la multa o tendré que llevarte al calabozo
-Pero señor juez, si no toy na mia casa antes de que anochezca, la mi muyer me mata. Y no tengo para pagar multa alguna, los cuartos gastelos. Y digo señor juez: la multa en concreto ¿por qué ye?
-Por la mula Gaspar, por la mula. Tu mula me ha agredido al pasar y no se puede agredir a un juez y marcharse de rositas.
-¡Imposible!, ¡eso ye imposible señor juez!, la mi mula no agre…eso, lo que sea, a nadie
-Pues quiso morderme al pasar
-Gaspar quedó unos segundos pensativo. Se rascó la cabeza, la movió de un lado a otro dubitativo y… se decidió.
-Mire usted señor juez, ¿ta fijo?, ¿no fizo nada al pasar junto a la mula?
-Casi ni la miré. Echó la cabeza atrás y quiso morderme
-Pues el caso es que eso es talmente imposible. Solo puede ocurrir si pasa una cosa…
-Pues ya me dirás…
-Mi mula solo muerde si el que se acerca intenta meter la mano en las alforjas y coligo yo, respetuosamente eso sí, que el señor juez de Cangas quiso meter la mano en las mis alforjas y entós la mula, con buen criterio, ya según a lo que está enseñá quiso defender lo nueso y tirole el bocao. ¿Ye o nun ye?.
Y Gaspar se quedó mirando fijamente al juez a la espera de su confirmación.
Fue a hablar el juez cuando se le escapó la risa que se extendió entre la clientela.
-¡Eres grande Gaspar!. Quise tomarte el pelo y salí trasquilado. Ahora podrás presumir de haber llamado ladrón al juez de Cangas sin que te pasase absolutamente nada. ¡Hala!. Invito a todos a una ronda, y a ti Gaspar que te sirvan en vaso grande.
Y todos se dispusieron a beber entre risas y bromas.
Gaspar aún tardó un buen rato en emprender el camino hacia su pueblo