La foto y su pie. De espaldas al mar
Ahora, cuando arrecian los fríos y las montañas siguen coronadas de blanco, vuelven las nostalgias veraniegas a la mente cual punzadas de calor vivido y presencias de dejadez somnolientas en las tumbonas de la playa.
Esta vez el veraneante ha dado la espalda al mar y se ha colocado frente al gran nido de casas blancas arrumazadas loma arriba en busca del azul puro de cielo.
Hoy, desde la ventana, de espaldas a la realidad del salón de casa, la vista se pierde en las nieves lejanas del Aramo. El calor no lo envía el sol sino un prosaico radiador de gas ciudad.