La foto y su pie: ¿Verano?
A punto he estado de abrir el armario y sacar la gabardina. Miro el calendario y me dice que hoy es 20 de julio aunque tal parece que es de octubre. Por pudor estético me reprimo y salgo a la calle con el cuello de la chaquetilla del chándal subido y paraguas en mano. Llueve. El ambiente está frío. Ni siquiera veo coches circulando pese a ser las nueve de la mañana. Los verdes señalan primavera y los grises de la niebla otoño. Ningún color apunta a verano. Tampoco logro ver a nadie caminando por las aceras.
Oviedo aparece como una ciudad aún dormida en su espera de sol y luz. Y ocurre igual en todas las villas y aldeas asturianas.
Como fórmula de optimismo me refugio en la esperanza del refrán aldeano: “Al verano no se lo comen los lobos, ya vendrá”.
Espero que el largo invierno no haya acrecentado tan en demasía el hambre lobuna que hasta se hayan despachado al verano como tal parece.