La foto y su pie.- Todo pasa
La niebla comienza a envolver al Acebo en grises de frío otoñal. Aun quedan romeros retrasados de promesas de ayer y huecos vacíos en el aparcamiento. Se han perdido ya en la acelerada memoria de estos tiempos las apreturas festivas septembrinas. El sol deja paso al orbayo.
Encaramados en la cruz, Javier e Irene se toman un respiro en sus atropellados juegos y carreras. Sus capuchas responden más a modas de niñez que al frío del ambiente. En cuando suene el disparador del fotógrafo saltarán de nuevo para correr ladera abajo camino del puesto de chuches de María de Fonceca que, junto al Santuario, sigue siendo desde hace muchos años gratuito notario de cuanto allí acontece a lo largo del año.