Gripes y silencios en un calor no de otoño
Lunes, 9 de octubre. Está la mañana plena de sol y de añoranzas de lluvias. La gripe ha venido de visita y ha decidido quedarse. Por ello esta mañana he raqueneado para salir de la cama pese a que los rayos de sol, más veraniegos que otoñales, llamaban ya con insistencia en la ventana abierta. Aun se duerme sin ropa en esta Extremadura seca y caldeada de soles, algo que no he hecho en todo el largo verano larniego (de Larna) a las puertas del Parque Natural de Fuentes del Narcea.
Tan solo un perro ha dado señales de vida en el matinal paseo a la Concepción. De repente, rompía silencios el bronco sonar de los motores de algún avión militar cruzando raudo un cielo límpido y azul. Más monótonos lo hacían los de las líneas regulares. Detrás silencio. No había ni un solo ruido más. Tan solo vimos un coche pasar allá por la carretera de Logrosán que ya luce asfaltada y pintada hasta la última revuelta. El resto, hasta la villa, aún es polvo y espera.
La torre, enhiesta sobre los tejados, otea calles solitarias. En algún momento alguien pasa absorto de un lado a otro o se oye lejano algún saludo.
-¡Ehhhhhh….?
-Adiós Julián
Aun quedan ecos agosteños en el recuerdo. Unas hamacas solitarias contemplan una torre iluminada que ya apagado también sus luces.
El otoño avanza haciendo caer días en el calendario. En la sierra, en los montes, en las calles, aún se hace esperar. Ni una solo nube en el firmamento…. ni en las previsiones