LA FOTO Y SU PIE.- En la Antártida asturiana
El frío era intenso. La nieve levantaba un alto muro frente a mí. Siempre había visto la Antártida bajo el confort de mis ropas de abrigo. No era así. Deseaba volver. El viento lanzaba minúsculos cristales de hielo que se clavaban en mi rostro. Quería refugiarme en hueco entre la nieve. Lo fríos cristales bajaban helados desde los hombros hasta la espalda. Quería desaparecer.
-¡Maribel, despierta!. Te has quedado dormida con la ventana abierta
Dí un suspiro de alivio. Subí el embozo de la cama, me acurruqué y seguí durmiendo. Alguien cerró la ventana de la Antártida.