LA FOTO Y SU PIE.- Un abrazo eterno
Cuentan los cronicones de la aldea que allá, hace miles de años, dos pequeños brotes surgieron junto a la vera del camino a Socarrera cuando ni siquiera era tal. Las lluvias y soles los hicieron crecer y el amor surgió entre ellos. Un buen día, rayos y truenos parecían romper los montes y quebrar los prados. El viento huracanado doblaba y zarandeaba a los pequeños arbolillos que, temblando, se abrazaron el uno al otro. Y entones se juraron amor eterno y así quedaron, abrazados, para toda la eternidad.