NARCEA/BERZOCANA.- Noche de ánimas, costumbres y tradiciones más allá de Halloween
Pues la verdad es que estoy un poco harto de tanto Halloween por aquí, Halloween por allá, y todo revestido de un modernismo cursi y un autodenominado y trasnochado progresismo. Y digo lo de modernismo por cuanto el verdadero origen de la fiesta está tanto en Irlanda como en España, y aquí se celebraba aún mucho antes de que América fuera tan siquiera nación. Los americanos la cambiaron el barniz, la comercializaron y nos la devolvieron envuelta en papel de grandes almacenes.
Los orígenes son claramente celtas y hay numerosas tradiciones al respecto. En Asturias por los días de difuntos, los niños salían a pedir por la puertas y llevaban lámparas encendidas, al igual que en Extremadura. En Berzocana, este rito lo cumplían los monaguillos que, apostados en la torre, doblaban las campanas buena parte de la noche de víspera de ánimas. En otro muchos lugares, como muchos pueblos de Madrid, Guadalajara era tradición pasear por las calles con calabazas vaciadas, con ojos , nariz y boca e iluminadas, en Extremadura se utilizaban también sandias. Incluso aún en muchos lugares, la gente mayor sigue encendiendo lámparas a los difuntos. En EEUU el primer desfile de Halloween tuvo lugar en Minesota en 1.921 y lo popularizó el cine.
Por cierto que la palabra “Halloween” es de origen escocés, “All Hallo´s Eve (vísperas de Todos los Santos)
Ciertas creencias populares relacionadas con el Día de los Difuntos son de origen pagano y de antigüedad inmemorial. Así sucede que los campesinos de muchos países católicos creen que en la noche de los Difuntos los muertos vuelven a las casas donde antes habían vivido y participan de la comida de los vivientes. Hasta hace poco en algunas aldeas asturianas y gallegas se deja la cama libre para que el difunto pudiese descansar esa noche
Los celtas tenían fiestas para dos dioses principales, un dios solar y un dios de los muertos (llamado Samhain), la fiesta del cual se celebraba el 1 de noviembre, el comienzo del año nuevo celta. La fiesta de los difuntos fue gradualmente incorporada en el ritual cristiano.
El Samhain de Mieres, señalaba, como en otros lugares el fin de época de cosecha e inicio del período de oscuridad. En Gozón han decidio olvidar Halloween y recuperar Samain. El Samain (Samhuin) era la gran fiesta de los Celtas del Primero de Noviembre, la mas importante de su calendario, que daba lugar a grandes reuniones de gente y a rituales complejos. La fiesta de Samain es, etimológicamente , el “final del verano”, el momento en que se vuelve a encerrar los rebaños en los establos, lo cual es indicativo de una antigua sociedad pastoril. Simbólicamente la fiesta de Samain –en realidad, la noche de Samain- es la eternidad: el tiempo queda abolido y el mundo del sidh (dominio de los dioses, héroes y difuntos) se habré al mundo de los vivos.
En el norte de España, Galicia y Asturias se llevan la palma en cuanto a conxuros; el desfile de la Güestia (Asturias) o la Santa Compaña (Galicia); las bruxas galelas o les bruxes asturianes; o la celebración gastronómica de las castañas asadas. Sin duda Galicia cuenta con buena tradición sobre estas fechas. El caso es que, según algunos estudiosos en la materia, hace muchos años (desgraciadamente ya desapareció esta tradición) se tenía por costumbre, en víspera de Todos los Santos, colocar calabazas iluminadas en los huertos, en los cruces de caminos y hasta en las laderas de los montes cercanos a las aldeas. De ello se tiene constancia en localidades como Salas, Villaviciosa o el valle de Turón, en Mieres. Por ejemplo, se cuenta que el monte Tandión, en Villaviciosa, nadie se atrevía a cruzarlo esa noche porque creían ver allí el rostro del diablo. Se trataba de una calavera con una vela encendida en su interior que alguien colocaba allí para gastar la típica broma a los vecinos.
Otras costumbres que fueron desapareciendo fue, por ejemplo, dejar pocillos de agua a la entrada de las casas, para que las ánimas saciaran su sed en caso de detenerse ante ellas, o bien se dejaba en fuego encendido en el llar y comida sobre la mesa, sin acostarse esa noche en la cama del difunto familiar, en el caso de que esa noche el ánima los visitase, no fuera que quisiera tumbarse a descansar en su propio lecho, antes de proseguir su viaje con el resto de los espíritus. Incluso hay quien recuerda que, hasta hace unos 90 años, incluso se llevaban platos (generalmente con la comida favorita del fallecido o fallecida, tipo fabada, pote o arroz con leche, por poner algunos ejemplos) para depositarla sobre la losa del difunto.
En cuanto al “amagüestu” (reunión vecinal que, llegadas estas fechas, juntaba a modo de fiesta en casas y campos a grandes y mayores para comer castañas asadas y sidra dulce), este tenía lugar el día anterior y se comían las castañas en el campo, cerca de una hoguera, y al acabar se dejaban unas cuantas al objeto
En Asturias la tradición de iluminar los caminos con calabazas sobrevivió hasta los años 50 y la tan conocida a día de hoy de ir pidiendo dulces por las casas por parte de los niños y niñas fue prohibida por la iglesia en el s. XVIII.
Lamentablemente no ha sido nuestra cultura la que se ha recuperado, muy al contrario esta se ha ido perdiendo en detrimento de otras, en este caso la americana. Así visto, comprobamos que nuestra amplia riqueza cultural, nos permitiría celebrar un Halloween, al puro estilo asturiano.