CANGAS/BERZOCANA.- Guardar fotos viejas como sinónimo de cultura y hablar y hablar
Hablar, hay que hablar, hablar, hablar. Últimamente la palabra se repite como una pesada matraca a muy diversos niveles. Casi nunca, quien la utiliza, especifica concretamente de qué. Simplemente, hay que hablar.
Pero antes de seguir recordemos el proverbio: “En el silencio madura el fruto que la palabra puede hacer caer”. Pues bien, hablemos. Discutamos. Tenemos que discutir qué concejo queremos y hacerlo sobre datos reales, no leyendas, tergiversaciones, sensaciones e improntas interesadas de cada realidad. Y debemos hacerlo así para poder llegar a conclusiones aceptadas por todos para siempre. Lo que no debemos hacer es poner otro parche más para ir tirando. Y si no somos capaces de ello, si unos se empeñan en ser más que los otros, no habrá más remedio que empaquetarnos a todos, depositarnos en un nuevo arca de Noé, y lanzarnos mar adentro sin agua ni provisiones.
Y hay que hablar porque cada pueblo, cada comarca, cada nación, debe promover su propia cultura en el conocimiento de su globalidad y sus diversas proyecciones. Y todos y cada uno debemos conocer y revitalizar nuestras propias culturas, así en plural. Y demos crearla cada día, dinamizarla, expandirla. Debemos de tener en cuenta que la cultura, como muchas veces se hace en nuestro concejos, no corresponde únicamente a la exaltación del pasado o a guardar y dar a conocer fotografías antiguas y abrir museos de lo que fue el mundo rural y los juegos de aldea, que también. Pero si lo centramos únicamente en esto lo único que lograremos es no avanzar, estancarnos y lograr únicamente, archivar trastos y leyendas en un museo que, quizás, de vez en cuando, vendrán a visitar los habitantes de las ciudades, los japoneses o los chinos.