NARCEA. LA FOTO Y SU PIE.- En la noche del Señor San Pedro
Emergen las caras entre cuerdas y el tronco del arbolón. Ha quedado congelado el tiempo en el izado. El momento se repite año tras año, fiesta tras fiesta. Cambian las caras, cambian las vestimentas, cambian las generaciones y el gran árbol nunca termina de quedar enhiesto en una fija permanencia. Al igual que los cangueses, se mueve en un eterno bucle de vida que acaba y renace cada año en la noche del Señor San Pedro