CANGAS/DEGAÑA.- Versiones contrapuestas en el juicio por agresiones contra los mineros de Cerredo
En el juicio celebrado en el Juzgado Penal número tres de Oviedo, los cinco acusados por lo sucesos de Degaña en julio de 2012 negaron su implicación en el suceso. Se enfrentan a peticiones de penas que alcanzan los seis años y medio de prisión, en el caso de la acusación particular, por los delitos de lesiones, atentado, amenazas y daño y, por otra parte, a penas de tres años y medio, en el caso de la petición de la Fiscalía que les imputa los mismos delitos, salvo en el caso de las lesiones que lo califica como falta. Se solicita también el pago de multas que superan los 8.000 euros.
La victima de la agresión, el ingeniero de la mina de Cerredo, en Degaña, Raúl R. G., en julio de 2012 aseguraba que “temí por mi vida, no sé por qué iban a por mí y todo ello por intentar ser justo y recto en mi trabajo”, explicaba en los Juzgados .A pesar de que en ese altercado participaron más de 200 personas según afirmaron el denunciante, los acusados y los testigos, tan solo cinco mineros fueron imputados en la causa al ser identificados tras los hechos.
Uno de los ellos, J. A. S. D. R., explicó que la tarde de los hechos tuvo lugar un accidente y que y decidió acudir a la mina con un vecino hasta para ayudar en lo que hiciera falta. Relata que “allí había unas 300 personas allí. Hacia las 10 de la noche, el ingeniero y los tres mineros rescatados salieron en un coche y la gente increpó al capataz. Nos fuimos cuando vimos que todo estaba ya bien .Al bajar hacia el pueblo por la carretera general, vimos una caravana de vehículos. Nos paramos y vimos un tumulto de gente rodeando el coche del capataz y a varios agentes de la Guardia Civil. Escuchamos unos tiros, la gente se dispersó y nos fuimos “.
La versión del ingeniero no coincide ya que aseguró ante la magistrada que vio a este acusado “colgado de la puerta de su coche y dándome patadas”.
D. V. G., otro de los acusados, explicó que había tenido un problema con el técnico agredido durante el rescate de sus compañeros. “Raúl me ordenó que pusiera explosivos para sacar a los mineros y yo me negué porque no estoy cualificado para ello. Me pidió el nombre y no lo hice”.
La víctima tampoco coincide en ello y le identificó durante el reconocimiento como uno de los que le propinaron golpes.