CANGAS DEL NARCEA.- El otoño de los días idos junto al Luiña
Noviembre cerró sus días bajando una cortina de niebla desde el riel del Cueto. Los árboles del Paseo del Vino terminan de despojarse de sus vestiduras y muestran sus desnudeces al invierno que se avecina.
Bajo los pies del caminante crujen rompiendo ocres y marrones miles de hojas que fueron verdes y luminosas. Dos mujeres pasan habladoras escondiendo sus rostros al orballo. La mañana se abre perezosa como la niebla y deja ver el trazado sinuoso que mezcla verdes otoñales con viejas maderas y hojas temblorosas. Cruje el suelo bajo las pisadas ligeras de un grupo de mujeres que acaban de dejar a sus niños en la escuela. Adelantan a un jubilado para el que nieblas y horas vienen a fundirse en un dejarse ir por los caminos de tierra y del tiempo.
Paseo de otoño junto al Luiña cuyas aguas bajan mansas arrullando atardeceres de lluvia suave y mañanas de niebla. Una ligera brisa del norte acaricia mi cara cual suaves manos de mujer. Las manecillas del reloj buscan lentas las diez de la mañana.