BERZOCANA.- Todo pasa, todo permanece
Sesenta y seis años separan estas fotos. Permanecen el momento y el espacio.
El Domingo de las Fiestas, San Fulgencio llega posesionando a la entrada de la Plaza a hombros de los berzocaniegos. Nada ha cambiado en la imagen y muy poco en el espacio. La ventana y el balcón de la casa de los Hidalgo permanecen. La Pedrilla inmutable, llena de espectadores en la de 1.948 y vacía en el del 14. En la primera se aprecian claramente las vigas y tablones que se utilizaban par cerrar la plaza para los toros y levantar los mozos “los tablaos” en los que colocaban sillas para la familia y muy especialmente para las novias y amigas. Eso quedó en el tiempo. Predominan las chaquetas y velos en las mujeres. Juan Luis Rodríguez, el sacristán, en el centro cantando, luce corbata y traje cruzado. Era el encargado de mantener el orden en las filas y el ritmo de paso. Al fondo aparece el Arca también inmutable.
Mucha menos expectación en la de 2014. Y más barullo. La vestimenta es bastante más informal y el desorden se aprecia en la procesión en la que cada uno camina un poco a su manera. También aparecen niños. En el 48, y hasta bastantes años después, éstos procesionaban tras la manga, al principio de la procesión, alineados en filas según las escuelas, primero los niños y detrás las niñas, todos controlados por los maestros.
Los Santos, la fe, y las tradiciones siguen en lo permanente del pueblo mientras cambian las formas, las modas y las costumbres.
Berzocana sigue cumpliendo su promesa cantada y repetida cada año: “Os prometemos Santos Benditos no abandonaros nunca jamás, porque vosotros también quisistes en este pueblo siempre morar”