Marcha reivindicativa en CANGAS DEL NARCEA.- “Que sepan que a nosotros, como a ellos, también nos esperan en casa. No más muertes de ciclistas”.
Las manillas del reloj buscaban las nueve de la mañana del sábado, día 10 de mayo, cuando los ciclistas comenzaron a concentrarse junto a la estatua al minero, en Cangas del Narcea. Poco a poco, el sol se abría paso entre la niebla pero ello no animaba los rostros de los que llegaban, tensos, concentrados.
No mucho después, dejándose oír tan solo murmullos de organización, la caravana emprendía la ruta camino de Tineo
En la memoria colectiva de los que marchaban y los que les veían marchar, Rogelio Muñiz, cangués del pueblo de Corias, que el lunes día cinco perdía la vida, cuando marchaba en bicicleta. Sucedió en el túnel del Rañadoiro, en la AS-15, donde resultó atropellado por una furgoneta de reparto urgente. Junto a Rogelio marchaban su hija Cristina y un amigo. Ambos se encontraban en la cabeza de la manifestación exigiendo respeto para los ciclistas.
En la plaza del ayuntamiento de Tineo se les unieron los aficionados a la bici del propio concejo tinetense y de Salas. Juntos emprendieron de nuevo el regreso a Cangas. En el camino aplausos de los vecinos de los lugares por donde pasaban y en el pelotón tan solo el canto de los piñones y el rozar de las cadenas de las bicicletas. Ni bromas, ni gritos, ni ánimos
Ya en el barrio del Reguerón fueron muchos los que se incorporaron a la marchan iniciando un recorrido a pie por el centro de la villa canguesa. Eran más de 200 deportistas que, bici en mano, arropaban a la familia de Rogelio Muñiz Álvarez. Amén de su hija que efectuó el recorrido, su esposa Josefina, su hijo Marcos y otros familiares y amigos cercanos, abrían la marcha portando una pancarta con un mensaje inequívoco: «Respeto. Encima de la bicicleta va una vida».
El recorrido de la comitiva por la céntrica calle Uría fue seguido con un respetuoso silencio, sólo roto por emotivos aplausos de vecinos que, a cada paso, se iban sumando a la comitiva. Ya frente al edificio municipal, el ciclista cangués, Luis Pasamontes tomó la palabra para recordar a todos los conductores que los ciclistas «no tenemos carrocería, ni parachoques, no tenemos capacidad de aceleración ni una rápida frenada. Reclamó a los conductores “que guarden 1,5 metros de separación cuando nos adelanten, que no se pongan nerviosos ni nos insulten cuando vayamos en grupo y en paralelo”. Sólo así se evitarán tragedias como la de Rogelio Muñiz Álvarez o las de los 36 ciclistas que, según recordó Pasamontes, perdieron la vida el año pasado en las carreteras de toda España, el país europeo “con más ciclistas fallecidos en 2012”.
Pasamontes insistió en que todos los usuarios de las carreteras deben aceptar que son espacios “para compartir” y que el respeto debe prevalecer: “Encima de una bicicleta todos somos iguales. Da igual la edad, la forma física o el estatus. Todos somos ciclistas y encima de una bici va una vida. Antes de adelantarnos de forma temeraria, piensa que nos esperan en nuestra casa, igual que a ti. “Tenemos el mismo derecho a compartir la vía pública que un coche, una moto o un camión, con la diferencia de que somos los más vulnerables. No tenemos carrocería ni parachoques, tampoco su capacidad de aceleración o frenada. Los conductores tienen que saber que han de dejar un metro y medio de separación para adelantarnos. Que sepan que a nosotros, como a ellos, también nos esperan en casa. No más muertes de ciclistas. Respeto, por favor”, concluyó Pasamontes, incapaz de contener las lágrimas. No fue el único.