“Luciérnagas en la memorias”, una encendida defensa de la libertad y la cultura en el nuevo libro de Pilar Sánchez Vicente.
El pasado miércoles tuve el honor de presentar en la Librería Treito (Cangas del Narcea) el nuevo libro de Pilar Sánchez Vicente “Luciérnagas en la memoria”. Más que leerlo lo víví intensamente junto a los personajes del mismo zambulléndome con ellos en el medio y la época en que se sitúa la narración. Esta fue mi intervención:
“Gijón, puerto de El Musel, septiembre de 1.937.
“Aquí comienza esta historia y allí empezó mi periplo, este interminable y accidentado viaje hacia la fosa donde buenos y malos se igualan: los verdugos y las víctimas, los valientes y los cobardes, los leales y los traidores…”
Así comienza el libro que hoy trae hasta nosotros a Pilar Sánchez Vicente, Luciérnagas en la memoria. Luciérnagas, puntos de luz que se activan en busca de amor y se apagan ante el peligro. En la memoria de Adriana, la protagonista, destellos de un tiempo ido y apagones ante el sufrimiento de su ayer y su presente recorren un largo periplo temporal del agitado siglo XX de España a Argentina y de Argentina a España.
Pilar Sánchez Vicente nació en Gijón, localidad de la que está tremendamente enamorada. De su valía y su hacer ya nos ha dado cumplida cuenta Miguel Ángel Pérez. Yo me permito agregar un apunte más. Pilar es además de lo señalado, madre y esencial y visceralmente escritora. Todo ello no quiere decir que no sepa sacar tiempo para acudir a una buena espicha con los amigos y entonar, si se tercia, un cantarín. Seguro que en Cangas diríamos que, pese a sus responsabilidades, es una polvorilla.
Pero volvamos al libro que hoy nos reúne aquí, en la Treito. Luciérnagas en la memoria cabalga, como ya hemos apuntado, a través de la Historia de dos países, España y Argentina; dos regiones, Asturias y Tucumán unidas a través de los protagonistas: dos hermanos trágicamente separados por la Guerra Civil.
La quinta novela de Pilar arranca con la señalada despedida en El Musel el otoño de 1937 y tiene por protagonista a una de aquellas pequeñas evacuadas, Adriana Montes Peón, a la que el destino no llevará a la Unión Soviética como se preveía, sino a la República Argentina en donde discurrirá su vida ( Buenos Aires, Córdoba, Tucumán) hasta mediados los años ochenta en que regresa a su aldea natal en Biedes, muy cerca de Infiesto, en el concejo de Piloña, a reencontrase consigo misma y recuperar sus raíces y su esencia como persona.
La novela está estructurada en cinco capítulos que corresponden a la narración en primera persona que efectúa Adriana a lo largo de su vida como niña evacuada y su residencia argentina e, intercalados entre ellos, aparecen los cuatro cuadernos de escuela que a modo de diario escribe su hermano, fugao, guerrillero antifranquista durante sus ocho años de lucha por los agrestes montes de Piloña. Como el agua de un regato que baja creciente montaña abajo, los hechos discurren rápidos, bulliciosos, jóvenes y activos, engullendo con lenguaje fluido y ameno el discurrir de los años. De vez en cuando, un llano, un recodo, amansa el agua y la acción se serena en profundas reflexiones. La novela es, en mi criterio, un encendido canto a la libertad en general, la libertad sin adjetivo ni límites; y es, muy especialmente, un alegato razonado y sustentado en los hechos vividos acá y allá en la historia reciente, una apasionada defensa de la libertad y derechos de la mujer que encarna en su lucha y en su rebeldía libertaria Adriana. El libro, como el lector va intuyendo a lo largo de sus páginas, cuando el regato de la vida ha pasado ya a ser río de aguas tranquilas y serenas, desemboca en el triste desenlace previsible con el retorno de Adriana a su pueblo de origen en 1.985. En un último capítulo lleno de efectividad narrativa, Pilar nos enfrenta a un epílogo pleno de esperanza en un futuro mejor.
Tal día como hoy, 29 de enero, pero de 1.939, Jacinto, el guerrillero hermano de Adriana, escribía en los cuadernos de escuela que le había dejado su madre, maestra en la aldea de Biedes: “Anoche bajé de nuevo al bar a procurarme comida… Andrés inspira confianza con su sola presencia, eso debe de pasarles también a los Guardias, no imaginan que pueda engañarles y ayude a los fugitivos”.
Las vidas de Adriana y Jacinto crean dos hilos narrativos que se alternan en “Luciérnagas en la memoria”, dos vidas, la de la protagonista en la región de Tucumán y la de su hermano y coprotagonista Jacinto como guerrillero antifranquista en las montañas asturianas. Asturias y Tucumán unidos por el espíritu revolucionario.
No era tarea fácil hacer igualmente interesantes unos y otros acontecimientos, sobre todo por la disparidad de escenarios y circunstancias. Pero la autora logra, gracias sobre todo a la personalidad de ambos personajes, que el lector persiga con igual interés ambos relatos, que salte de un lugar a otro del océano con creciente interés.
En el año en que este que le habla nacía, en 1.946, Perón y Evita ocupan la Casa Rosada, en Argentina. El paralelismo de las dos dictaduras comienza aquí su andadura. “Los dictadorzuelos se confunden entre sí, son todos iguales….”, señala la protagonista; y es así hasta el punto de que una foto de Evita con Franco aparece sobre el aparador de la casa de Adriana enturbiando aun más su martirio o lo que quedaba de él e iniciando el definitivo asentamiento de sus ideas.
Quizá este fijar al lector en ese ir y volver de Asturias a Tucumán y de Tucumán a Asturias tenga algo que ver con el diario ir y venir de la autora de su querido Gijón a Oviedo y de Oviedo a Gijón tomando apuntes y aunando ideas con el traquetear del tren como fondo. Siempre un viaje de ida y vuelta como la vida de los protagonistas de una a otra dictadura: Franco, los Perón, el general Videla….
Poco a poco estas vidas de ambos, en lucha contra sendas dictaduras, van confluyendo a medida que se centra el meollo de la novela: la ejemplificación con sus vidas del testimonio y la lucha por la cultura y la libertad como herencia moral y cívica de sus padres.
En 1.975 María Estela Martínez de Perón dicta un decreto que ordena la aniquilación de la subversión montonera en Tucumán que acaba con la floreciente economía de la región, anula las libertades y acumula cientos de muertos y desaparecidos. Con la represión desaparece la escuela que con enorme sacrificios, había levantado la voluntad inquebrantable de Adriana ayudada por los vecinos. Con la escuela se pierde también el referente cultual y de futuro de los jóvenes La escritora establece a través de los protagonistas, un acertado paralelismo de la España de los 40 y la Argentina de los 70.
Algunos de los personajes descritos en la obra, advierte Pilar en el inicio del libro, tienen fiel correspondencia con la realidad, mientras otros son fruto exclusivo de mi imaginación. Y señala al lector: dejo en sus manos su discernimiento.
Los cuadernos de Jacinto reflejan en parte las Memorias de un Guerrillero, de Manuel Coto Chan, un diario real, inédito e imprescindible para reproducir el lenguaje, las expresiones de la época y, sobre todo, transmitir las convicciones de los fugaos.
El pensamiento de Jacinto refleja la dureza de aquellos años de revanchas, denuncias, venganzas, miedos y hambres, señalando que solo se fía de los muertos.
Ramón Lavandera, explica Pilar, me facilitó copia del contenido de sus archivos, de valor incalculable para la narración. En las cartas se recogen literalmente algunas frases extraídas de correspondencia real, que las dotan de una singular frescura y riqueza. La elección de una ubicación concreta, como Biedes y los montes de Espinaréu, obedece también a su participación, y con su familia recorrimos los montes de Piloña ubicando escenarios, en compañía del fallecido Balte, que sirvió de enlace a la guerrilla.
Y termina la obra despertando en el lector el sentir de la música de Nuberu y con Antón, el hijo engendrado en el monte por Jacinto, cerrando las neblinas de la nostalgia del ayer y abriendo una puerta al futuro. La historia no solo la escriben los vencedores.
Y para cerrar permítanme ustedes, permíteme Pilar, un desahogo personal, profesional si quieren
Adriana es hija de una maestra de aldea, Matilde, de una maestra formada en la doctrina y la pedagogía de la Asociación Libre de Enseñanza. Su fuerza, su espíritu y su defensa de la enseñanza como arma de la igualdad y el progreso más allá de normativas y ataduras administrativas la llevan hasta la muerte. Pero su espíritu queda grabado en el alma de sus hijos. Los dos protagonistas, cada uno de una forma, llevarán hasta el final la defensa de la educación y la cultura más allá de las teorías políticas y de los gobiernos. Sea este un homenaje para todos los que han sido, hemos sido desde entonces, maestros de aldea.
Muchas gracias Pilar.