CANGAS DEL NARCEA: El aire de las castañas… y de la política local

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Desde Galicia, calentón y pesado, el aire de las castañas, se enmaraña entre riscos y arboledas silbando lúgrube por las caleyas de la aldeas.

Aseguran los más viejos del lugar, y asiente los que saben de ello, que este aire enerva a las personas o les hunde en lo más profundo de sus temores soliviantando sus diablos internos. Mientras hace caer erizos por los ya abandonados montes y semiabandonados caminos envuelve a las aldeas en silbantes sombras de espíritus que ulululan entre esquinas y chimeneas. Dicen que con el él llegan las almas en pena de los muertos que no encuentran su camino en el más allá y cada año, por estas fecha, vuelven a su lugares de residencia para iniciar de nuevo su etéreo peregrinar a ninguna parte.

Cuentan los cronicones apócrifos que aún perdura la costumbre de mantener candelas encendidas en los hogares con el fin de que las almas perdidas puedan encontrar su antiguo hogar e iniciar de nuevo su peregrinar por el más allá en busca del destino definitivo. Y cuentan también como en algunas aisladas aldeas se mantiene caliente el lecho del difunto para que de nuevo pueda descansar en él la noche del uno de noviembre y reponga fuerzas para continuar, quizás, su propia búsqueda.

Supla fuerte y calentón el aire de las castañas. En estas fechas aumentan los suicidios y los afectados de locura, los enfermos mentales según el lenguaje políticamente correcto, pasan sus peores crisis. Al igual que dicen ocurre con la Güestia o la Santa Compaña, por los solitarios caminos deambulan, a solas con su propia soledad, viejos abandonados de cariño y calor con la mente enmarañada en sus ayeres.

Sopla pesado y calentón el aire de las castañas en la villa del Narcea y el Luiña. Se cuela por esquinas y plazoletas y aviva rumores, decires malintencionados y cotillerias sin cuento. De la calle La Fuente a la calle Mayor lo hace con especial intensidad. Las castañas políticas se aferran a sus erizos y éstos a su árbol en un enrevesado ejercicio de fuerza e interesados argumentos. Sopla calentón el aire del uno al otro lugar afectando, como ya hemos señalado, a los presentes y a los ausentes,  a los que se fueron y a los que están. Y silva entre las esquinas un continuo ¡máaaas eres túuuuuuuuu!, ante la indiferencia de los que no tienen que recoger castaña alguna ni en el monte ni en los organismos públicos.

Desde Galicia, calentón y pesado, sopla el aire de las castañas entre las columnas y balcones del Palacio de Toreno. Asomándose al balcón principal, el alcalde, José Luis Fontaniella, mira hacia la Calle de la Fuente y otea a lo largo de la Calle Mayor

-Soplar sopla, pero no creo que tenga fuerza para que por aquí caiga nada, dice

Esboza una sonrisa, cierra las ventanas y se sienta relajado en su sillón.

-De momento, en Cangas solo caen las castañas, piensa.

Y el aire continúa su camino susurrando mociones de censura por esquinas y  plazoletas. Sobre el mismo cabalgan los cotilleos interesados.

 S

Del comentario para Onda Cero del 28 de Octubre

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R. Mera

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