CANGAS DEL NARCEA: Otros Cármenes, mismos sentimientos

 

 almenas jpg

Dieciséis de julio. La mañana se abría límpida y brillante. Los sonidos de una noche pletórica de explosiones, músicas y caipiriñas, se apagaban lentamente y mostraban sus flecos somnolientos en los entornos del Prao del Molín y algún que otro punto de la villa. Los cangueses del día, impecables en sus trajes festivos y oliendo a colonia fresca, tomaban poco a poco el relevo a los de la noche aún con la mecha en el bolsillo, las camisas llenas de pegatinas y el cuba en la mano. En el Molín, miembros de las peñas encargadas de la tirada mañanera se afanaban en colocar máquinas y adecuar mechas.

Lentamente, José María, con la primera compuesta del día en la mano se dirigió a las almenas y se sentó dejando que su vista se perdiese Cascarín arriba sin fijarse en ningún punto concreto, dejando volar retazos de vida de aquí y de allá sin orden espacial ni temporal alguno. Era un rito que año tras año, desde hacia más de cuarenta, realizaba en tal mañana casi sin proponérselo, dejándose llevar. Salía de casa y eran sus propios pasos, independientes de su voluntad, los que hasta allí le llevaban.

Los recuerdos fluían y se diluían como la suave brisa del amanecer solía barrer en las mañana de agosto las nieblas de las riberas del Narcea y del Luiña que allí, un poco más abajo, dispersos en su mirar sin fijar, dejaban correr sus no muy abundantes aguas.

¿Te has mudao neno?. La voz de su madre se colaba entre sus atropellados recuerdos de otras ya muy lejanas mañanas del día del Carmen.

DSC_8724En aquella pequeña casa de la Cuesta de la Vega, los amaneceres del 16 de julio eran bulliciosos, atropellados, llenos de carrereas, gritos, protestas, besos y reclamaciones. Niños, jóvenes y menos jóvenes se las arreglaban para estar y moverse en un espacio diseñado para cuatro y en el que vivían al menos quince. ¿O eran más?.

¿Se han mudado también tus hermanos?. El baile de los gigantones giraba en su cabeza como lo hacían en La Oliva y la música de los Capiechos saltaba de neurona en neurona sin compás de tiempo ni melodía. Del roncón de las gaitas escapaban los estallidos de sus primeros voladores con la peña y, simultáneamente, se veía corriendo por los Nogales recogiendo varas tras la Descarga.

Se veía con la cara pegada al cristal de la ventana del Café del Carmen intentando adivinar todo lo que ocurría allí dentro. Era el mundo de los señores de Cangas, de las gentes de posibles. Ya no era tan neno, se dio cuenta en un relámpago de realidad. Miró su compuesta y trató de adivinar  cómo serían aquellas que servía el Habanero. Para ellos y en aquel entonces, carísimas. Completamente vedadas. Para él y para otros muchos como él.

Los tiempos de su vida  y los carmenes saltaban adelante y atrás sin orden lógico ni cronológico. Eran retazos que se dibujaban nítidos y se diluían en continuo carrusel de músicas, carreras, explosiones, descargas, los primeros bailes, los primeros amores, los baños en el pozo del Corral y las primeras pesetas en el bolsillo.

Ahora era el Barrio del Fuejo el que se abría paso en su mente. Pero aquel, el de sus inicios. Casi cabían holgadamente en el nuevo piso. Y de nuevo la noche del 15 explotando en la memoria. Y los largos amaneceres del 16. ¿Te has mudado, neno?.

Las voces de sus hermanos, el temprano adiós de su padre, el bregar cuarenta horas cada días de su madre hasta que se fue para siempre, el sabor de los guisos en el pasillo y el aguardar de la gran comilona del día 16.

Olores, colores, sabores, recuerdos acerados y dolorosos, besos suaves de brisa mañanera y orballo de atardecer. Todo ello se hacía y deshacía en múltiples sensaciones que se guiaban tan solo por sus propios impulsos. Eso era, eso es el Carmen. Un ayer, un hoy y un mañana en un mismo presente.

Se levantó despacio. Una moza  aún en traje de guerrillera de la noche acudió a saludarle

-Pero nena. Hoy es el Carmen. ¿Qué haces que no te has mudao?. Y que no se te olvide, hoy se come en familia.

Con una sonrisa en los labios se dirigió al Blanco, pidió una compuesta y el mismo se dijo: hasta el año que viene.

(Publicada en el Porflio de fiestas de 2013)

.Comparte en tus redes sociales
Share on Facebook
Facebook
Tweet about this on Twitter
Twitter
Share on LinkedIn
Linkedin
Pin on Pinterest
Pinterest
Share on Tumblr
Tumblr

R. Mera

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.