Cangas del Narcea. Pregón de las Fiestas del Carmen y la Magdalena. Por José Luis R. MERA

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Cuando allá en septiembre de 1972 llegaba a esta villa recién casado con mi carpeta de maestro de aldea bajo un brazo y una pequeña máquina de escribir bajo el otro, nunca podría imaginar que 41 años después estaría en este balcón pregonando las fiestas del Carmen y la Magdalena. Honor que me hacéis, que me honra y que agradezco profundamente.

Y antes de continuar quiero tener un especial recuerdo para todos aquellos cangueses, especialmente mis hijos y nietos, que hoy no pueden estar aquí físicamente pero que nos siguen por Internet a través de la trasmisión que está realizando la emisora municipal. Todos ellos están aquí con nosotros.

Foto: Puerto
Foto: Puerto

Dicen los que saben de ello que el resultado de una sociedad es igual a la suma de los caracteres de sus gentes. Y por ello es vuestro carácter, el de cada uno de vosotros, el que define Cangas. El que define el ser y el sentir cangués en toda su amplitud y esencia. Pero no vamos hoy aquí a relacionar a los muchos paisanos que han sido y son gente importante, profesionales de mérito, artistas reconocidos, embajadores de esta tierrina en la emigración, señores en la vuelta. No; no vamos a hablar de ellos. Los tenemos en mente y reconocemos públicamente sus méritos.

Yo quiero traer aquí y ahora al cangués de a pié, a ese con el que nos cruzamos diariamente, a ese que cada mañana y cada tarde hace Cangas en el trabajo y en el ocio, en el chigre y en la biblioteca.

 Y es precisamente un cangués de esos el que  es capaz de dar una explicación de técnico sin tomar siquiera un apunte y menos aún utilizar la calculadora. Mirad: Corría abril del 82 cuando en el Bar Caniecho, el viejo, que entonces conocíamos como Bar de la Sabiduría, ya sabrán por qué si aplican la retranca canguesa en las definiciones; digo, se me ocurrió preguntarle a Luis Gayón cuánto llevaría bebido. Me miró de refilón, se ajustó la gafas y soltó un sonoro: ¡Ufff!.

-Vamos a ver nin, dijo,: Si lo vaciamos de golpe en el Narcea, se desborda.

-Sí , pero ¿cuánto?, inquirí curioso

– Lo que quieres es que te lo cubique, ¿No?. Mira: pon un tanto por la mañana, un litro para comer, o dos si se tercia al pelo. De tres a cuatro en el chigre; agrega otro uno a la cena; receba de nuevo el porro para llevarle a la mesita y apurar cuando la sede me apriete. Suma algún que otro extra de sábados y domingos, multiplica la cuestión por 57 (en aquel entonces tenía setenta) y tendrás, a tanto alzado, los litros que me he soplado.

-¿Lo dejamos en 500 barricas?, pregunté

-Si son de 200 litros sálete la cuenta al pelo. Dio un largísimo trago al porrón y despidiose. ¿Qué científico iba a hacer un cálculo así?.

 En el mismo lugar me explicó mi amigo y compañero en las tareas informativas, el desaparecido Ángel Du Pont, la existencia en Cangas de un poeta del pueblo, “de pueblo y barra”, decía él, que se llamaba Pinón de la Treyta. Aseguraba como verídico que bajando Pinón por la calle La Fuente de uno de los balcones le cayó un camisón de mujer y precisamente allí surgió su mejor y único poema. Paró en seco Pinón, levantó el tal y dijo solemne:

 Que es camisón de mujer

lo digo por vida mía,

pero más feliz sería

si en vez de caer el envase

cayese la mercancía

 

Foto JM
Foto JM

Y permitidme un apunte más en este acercamiento a los cangueses de a pié, a los que año tras año y siglo tras siglo han dado vida a estas calles y campos.

 Apenas pasaba de la una del mediodía del 16 de julio de hace unos cuantos años. Calentaba el sol y una representación de las entonce peñas existentes entraban en la unidad móvil que la entonces “Antena3 Radio” había instalado aquel año justo ahí donde estáis ahora vosotros.

-¡Viva la quilica!, gritó Peña, el mecánico, que cruzaba la plaza con una carga de barrenos para el Voladorón. Los vivas se repitieron una y otra vez para pasmo y desconcierto del locutor.

-¡Quevedo! habla tu que eres abogao, gritó Avello que avanzaba agarrado a una compuesta

 Miguel Ángel Quevedo entró y se sentó frente al locutor. La pregunta era inevitable:

-¿ Quiere explicar a nuestros oyentes qué o quién  es esa  quilica que tanto vitorean?. ¿Es algún acto  o cosa especial de la fiesta ?.

Quevedo se rasca la cabeza, arquea el bigote, levanta la mano, ahueca la voz y sentencia:

– Pues mire usted, es bien fácil y no necesita de muchas explicaciones, y parece mentira que no lo sepa usted que es radiofonista. Fíjese si es fácil que aquí, en Cangas, lo saben hasta los nenos: la quilica es… bueno… como su propio nombre indica, la quilica es especial y esencialmente… la quilica, la mismísima y propia quilica.

Abre la boca el locutor y se queda al borde del suspenso y pasmo total. Al fin reacciona y hace la gran pregunta:

-Bien, bien, ya lo aclararemos más tarde. ¿Podría explicarnos entonces más ampliamente qué es la Descarga ?.

Miguel Ángel pone cara de incredulidad, mira al locutor como si de pardillo en clase veterana estuviere, abre tremendamente los ojos y, adoptando aire de profesor emérito, le espeta:

-Pues mire usted señor locutor, igual, exactamente igual que lo de la quilica. La Descarga es, por definición, la misma Descarga. Y no hay más explicaciones.

Y como todo quedó  tan meridianamente claro y definido no vamos a entrar pues nosotros ahora en disquisiciones lingüísticas definitorias. Como todo el mundo sabe y así está aprobado la quilica es la quilica y la Descarga es la Descarga.

Foto JM
Foto JM

 Y ya que hemos hablado de peñas, y tras felicitar a Barriga Hubiera por sus bodas de oro con la pólvora, sigo. Cuando alguien os cuenta que las peñas surgieron en tal o cual reunión de un grupo de amigos, y que se crearon para tirar voladores y cenar, estoy seguro que no lo creéis, eso es la explicación para turistas, curiosos y cotillas. Vosotros sabéis, incluso mejor que yo,  que las peñas nacieron en un punto del cielo cangués, allí donde un buen día, como ocurrió con el Bing-Bang en la aparición del universo, chocaron una docena de barrenos, otra de compuestas y un chorro de cantarinos que subían de la Bodega del Conde, Casa Xuacona, Sotero y Barriga Quís. Aquella explosión se expandió por toda la villa y concejo y las peñas fueron surgiendo, como las estrellas en el universo, dispersándose por sus calles, para reunirse de nuevo cada 14 de julio, para dispersare otra vez después del 22, aparecer nuevas peñas, y concentrase de nuevo al año siguiente en continua expansión, concentración y explosión de color, de alegría, de ganas de vivir. Mientras en Cangas del Narcea reine el espíritu que define y da cuerpo a las peñas de la pólvora, a sus valores,  a sus cualidades, ello será el mentís más solemne a los agoreros que hablan de una supuesta impotencia del concejo, de este concejo, para seguir adelante.

Y seguro que estaréis completamente de acuerdo conmigo en que nada realza más la merecida fama de la belleza de las canguesas que la camisa de una peña y un ajustado y recortado pantalón vaquero de uno de cuyos bolsillos sobresale una mecha usada. Especial adorno también en ellos aunque no recorten el pantalón y lleven la mecha anudada al cuello.

 *Dicen que un pregonero debe glosar la fiesta, el pueblo y las gentes que lo habitan y a las que pregona. Será en otra parte, aquí en Cangas no, no es posible.

¿Cómo va a explicar ningún pregonero a un forastero lo que vive y siente un cangués en sus fiestas?. Y menos aún ¿cómo va a explicárselo al propio cangués?

¿Cómo va a hacer llegar a otros ese especial sentimiento, esa congoja interna que atenaza voluntades en la mañana del 16 de julio?. ¿Cómo va a definir esa mañana de neblinas muertas y aires de nuevas promesas, de sentires del ayer que se aúnan con el hoy?.

 Y corriendo desde el Cascarín baja un neno gritando:

¡Ya suenan los voladores!

Madre, dame la camisa blanca

que quiero ir yo con mi Virgen

viendo las calles de Cangas!.

¿No oyes el repiquín

que suena ya en Ambasaguas?.

Va a salir la procesión,

ya suenan bandas y gaitas.

A mi me entra una congoja

cuando por mi calle pasa…

Así como un cosquillín

de repiquines de gaita

que son dentro cantarinos

ya por fuera: lágrimas.

Ya verás que guapa va

respirando a las sus anchas

Arrastraculos arriba

envuelta en plegarias santas.

Gente arriba y gente abajo,

en ventanas y en terrazas.

Las almenas tan a tope,

la calle Mayor se ensancha…

Y el campanón de la iglesia

Se impone sobre Ambasaguas.

Y es justo allí, en esa calle empinada, donde en una pequeña ventana asoma un rostro sencillo y lleno de arrugas que firman más de noventa Descargas. Mira a la Virgen tranquila y con ese lenguaje que da ya la confianza le dice estas sencillas palabras:

-Mia que te digo nena. Este año lo mismo que anantias, ya lo de siempre: Que no se manque naide.

Y nos dice y asegura que, año tras año, la Señora la mira, la guiña un ojo, asiente y calla.

Mañanera procesión

con sabores de nostalgias,

con suspiros de mujeres

que retumban en el alma.

Con alegres inquietudes,

con arpegios de armonías,

con alegres canturías

ilusiones y esperanzas.

¡Dame la mecha mio madre!,

da igual la camisa blanca,

que la Virgen no se fija

ni en colores ni en estancias

MERA.- Arrastraculos arriba
MERA.- Arrastraculos arriba

 Ningún pregonero dispone del léxico suficiente para describir lo que cada cangués, cada uno de vosotros, siente cuando llegado el atardecer de ese  16 de julio cientos de manos quedan prendidas en otros cientos de mechas.

Ningún pregonero, ningún periodista, ningún escritor, dispone de las palabras suficientes que expliquen el sentir de un pueblo en unos pocos minutos.

Suena el campanín. Un volador tras otro van indicando el discurrir de la procesión por la Calle de la Fuente. Se tensa el aire de la tarde. Se resecan las gargantas. El golpear de los segunderos se eterniza en los relojes. La cruz procesional enfila el puente de Ambasaguas. El sol del atardecer enrojece colinas y tejados. Balanceándose cadenciosa, escoltada por cientos de fieles que se aprietan contra sus andas, la imagen de la Virgen del Carmen sube lenta y solemne la rampa del puente.

Se tensan brazos y nervios. La sangre golpea contra las sienes de tiradores y apurridores. Un ligero temblor repicotea en las también tensadas rodillas y se extiende hasta la mano que sostiene el volador. Algunos soplan una y otra vez una  más que encendida mecha. Madres, padres, novias, hermanos y hermanas se santiguan y musitan: que no se manque naide.

Un paso más. Los tiradores dejan de oír el campanín pese a que éste siga sonando.

 ¡Aguantai!, grita un mozo en el Cascarín. ¡Quietos, aguantai!, se oye en las Almenas y, como un eco, se repite en el Lagarón.¡ Tranquilos! .¡Aguantai!.¡Aguantai la  mecha!, retumba otra voz en Los Nogales, y otra más en el Fuejo, y otras cuantas en el Camino de Llamas,  y otra más junto al viejo matadero. ¡Aguantai, coño! ……

 Y en ese mismo momento el tiempo y el espacio se detienen por completo; justo en ese especial momento cientos, miles de miradas, se elevan al espacio infinito. Los cangueses saben que en ese mismo momento otros tantos paisanos abren allá, en el otro confín de los mundos, cientos de furaquinos por los que se asoman a la villa para desde su ayer ido vivir una nueva Descarga con sus descendientes del hoy. Es el momento profundo de la comunión del ser y sentir cangués; es la esencia de la Descarga más allá del retumbar físico del momento porque esos retumbares, el interno y el de los valles, son en su conjunto el de los corazones que han configurado, que configuran y que configurarán todo el ser y sentir de un pueblo, de este pueblo.

 Y así, cada año:

Cuando el bochorno de la tarde gris

bajo el sol funde fuego en las crestas

y la alegre campana, cabalgando sones,

repique festeros pone en las esferas:

Camina despacio por el puente viejo,

la Virgen canguesa

Ya todo está a punto.

Repica el tambor, la gaita se apresta.

Queda el aire latente un momento…..

las peñas dispuestas.

Un silbido, un momento…,

una mano que tiembla impaciente

prendida en un trozo de mecha.

Corte el aire un volador rotundo, explota.

Y el valle se llena de ecos profundos

que reflejan ondas en las verdes hierbas.

Pero es solo un momento. Fugaz advertencia

 

De pronto,un golpe de luz.

Rompe la tarde terrena galerna.

Estallan potentes barrenos,

el cielo de humo se llena,

miles de explosiones junto a la ribera.

 

Cuchillos del aire, las varas buscan  estrellas

 

Trona el espacio, retumba la tierra.

Ingentes zumbidos de abejas

bajo el cielo, por sobre la vega.

Olor de pólvora por las praderías.

Sobre los tejados, mil luces de fiesta.

Se acelera turgente la sangre,

los ojos de luz acuosa se llenan.

Muy pocos minutos, un mundo en grandeza.

 

Es en Cangas la del Narcea, la villa joven y eterna;

es un dieciséis de julio y es la Virgen Marinera.

 

¡Quien pudiera pintar tu Descarga!

¡Quien supiera fijarla con letras!

Por el Puente Viejo camina la Virgen,

¡La Virgen canguesa!

 

¡VIVA EL CARMEN!

¡VIVA CANGAS!

¡QUE SUBA LA PÓLVORA!

José Luís R. MERA

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R. Mera

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