De inconstancia, vacaciones, informes y caminatas

Amigos, mis disculpas. En estas últimas fechas tengo esta página un tanto descabalada al igual que los están mis horarios y mis días. Tras haber pasado unas fechas en la capital de las Españas, uséase, Madrid, me ha dado la vena rural y ando perdido entre las montañas del suroccidente astur, no mucho más allá de donde habitualmente resido, en Cangas del Narcea.

Me contaban en la capital que hacía mucho calor pero, todo sea dicho, yo no me enteré mucho de ello e incluso me encontré en la tesitura de demandar una rebequita en algún local donde, en pleno agosto, hacía más frío que en Leitariegos en Noviembre. Enfin, yo que suelo siempre visitar Madrid en pleno agosto suelo comentar que en esta ciudad si uno no tienen que trabajar no se pasa calor alguno, todo es cuestión de ajustar los horarios personales del turisteo a los climáticos del amigo Lorenzo, nombre cuya festividad, el día 10 de agosto, algo tendrá que ver con se llame así al astro rey. Yo esto suelo manejarlo bien y como no todo va a ser acudir a museos, cines o teatros, gran parte de mi tiempo lo dediqué a elaborar un exhaustivo informe para la Mahou sobre la calidad de su cerveza y la eficacia de cuantos en Madrid se dedican al noble arte de tirara cañas con la elegancia y calidad que la profesional acción merece. Trabajo este que me llena de complacencia y que puede justificarse con la misma argumentación con que el locutor Carlos Herrera se ausenta los veranos de la emisora para trabajar desde Polígonos Industriales de nombres casi impronunciables y enmarañados en tareas de aún más difícil entendimiento, Salvadas sean las distancias.
Terminado mi informe volví a tierras astures donde, tras ajustar de nuevo horarios ala nueva climatología aterricé en la pequeña aldea de Larna, en el concejo cangués, desde la que las conexiones con estos artilugios de la modernidad son harto difíciles, cuando son, y donde las caminatas son tarea vespertina habitual caminando entre resoplidos monte arriba y abajo tras la intrépida de mi mujer que más que de paseos me lleva a rastras esperando que me quede en algún colapso respiratorio allá donde lobos y águilas son señores. Eso sí, cada tarde entre cuatro o cinco perros se unen a la comitiva dispuestos a defendernos de cualquier peligro montuno o montaraz que aparezca.
Y todo esto amigo para justificar mi inconstancia en acudir a mi cita con esta página.
Y creo que, por el momento, seguiré siendo inconstante por cuanto mañana parto hacia Extremadura, a Berzocana, en las Sierra de las Villuercas, donde no se por qué extraño pálpito me parce habré de elaborar otro informe parecido al de la Mahou esta vez referido a jamones, calderetas, migas con torreznos y pimientos fritos, vinos y algún que otro imprevisto. Con los señores colesterol, úrico, diabético y otros de la misma parentela hablaré una vez que pasen los calores estivales.

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R. Mera

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