CANGAS DEL NARCEA.- Las quejas y denuncias de los urbanitas sobre los ruidos en los pueblos

Francia acaba de aprobar una ley que protege los entornos ganaderos bajo una premisa: quienes se mudan al campo deben adaptarse a él, y no a la inversa. En el Principado se han dado casos en los que visitantes urbanitas se quejaban del canto de los gallos, de los mugidos de las vacas o del olor a cucho

Y es que en los últimos años se ha afianzado una nueva corriente migratoria, acentuada tras la pandemia, que empuja a los habitantes de grandes núcleos urbanos a buscar el oasis de tranquilidad que suponen las zonas rurales. En el Principado se han dado casos en los que visitantes urbanitas se quejaban del canto de los gallos, de los mugidos de las vacas o del olor a cucho.

Aunque no siempre es así, vivir la vida en el campo supone aceptar otras circunstancias habituales como la circulación de tractores, los ruidos de los animales o el olor característico de las cuadras o de  los llamados silos de hierba.

En Francia, son muchos los urbanitas que se encuentran por supresa estas circunstancias tras mudarse a una zona rural y que emprenden acciones legales contra, por ejemplo, los mugidos de las vacas o el canto de los gallos. Según los medios informativos galosen 2023 se registraron alrededor de 1.300 procedimientos judiciales provocados por conflictos relacionados con los olores o los ruidos en estas zonas. Aquí ya hemos comenzado

El Parlamento francés, hastiado por las quejas de los urbanitas, ha decidido blindar la vida rural. La máxima es clara: los recién llegados son quienes deben adaptarse al modo de vida del campo, y no al revés… En palabras del Ministro de Justicia del país vecino,  la nueva ley pone fin a «las demandas abusivas contra los agricultores que no hacen más que su trabajo».

 En Asturias, han trascendido en los últimos tiempos historias similares por lo que podemos preguntarnos si será necesario que el Principado blinde las zonas rurales.

En el año 2023, los dueños de una explotación ganadera en el concejo de Siero fueron sancionados con una multa de 300 euros porque los mugidos de una de sus vacas superaron el límite de decibelios permitidos. Concretamente, alcanzó la cifra de 74, mientras el tope establecido es de 55.Fue un vecino que se había mudado recientemente a la zona quien denunció la situación. 

En Llanes, el ayuntamiento recibe una llamada desde el monte diciendo que había un cordero abandonado y que lo iban a rescatar. No saben que el ganado en el monte está suelto. Se presentaron en el ayuntamiento con lo que en realidad era un xato recién nacido para que nos hiciéramos cargo», relataba en 2022 Xuan Valladares, concejal del citado ayuntamiento

Valladares también narraba la historia del ganadero que ordeñaba una vaca a mano y los visitantes que lo acusaban de maltrato; o la de un vecino del pueblo y su perro que cuando el can estaba atado se recibían llamadas alertando de malos tratos, mientras otras señalaban su abandono cuando estaba suelto.

Desde el equipo de gobierno de entonces, se relataban también llamadas que denunciaban las molestias ocasionadas por un burro rebuznando durante la noche o que avisaban al consistorio para recoger excrementos de vaca en las carreteras. Así las cosas el ayuntamiento de Ribadesella advierte a los visitantes urbanitas que entraban en el concejo con carteles colgados en los tablones que, cargados de ironía, avisaban a los turistas de algunas circunstancias habituales del campo.

Dicen así: «Atención, pueblu asturianu. Usted accede asumiendo los riesgos: Aquí tenemos campanarios que suenan regularmente, gallos que cantan temprano, rebaños que viven cerca e incluso algunos llevan lloqueros (cencerros) que también emiten sonidos, tractores propiedad de agricultores que trabajan para alimentarte y caminos asfaltados, no autopistas (conductor circule con precaución)». Esta iniciativa fue imitada en otros concejos asturianos como Llanes.

Pues ya saben: Cuando las barbas de tu vecino…

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R. Mera