CANGAS DEL NARCEA.-Camino del 14, cada reloj marca un rítmo

Pasan lentas, muy lentas las horas para la juventud canguesa, cada una parece un mes; los días son largos, muy largos; como si cada uno durase un año. Hay es once de julio y en lugar de dos días les parece que para alcanzar el 14 aún les quedan por delante dos largos inviernos. Es la impaciencia de la juventud y el ansia de diversión bajo el olor de la pólvora y el acompasado girar de la pajitas de colores en los vasos de las caipiriñas. Incluso los que aún no han alcanzado la mayoría de edad, sueñan con la aventura que para ellos supone el romper las normas y reglas que desde uno y otro lugar les imponen. Romper los horarios y tomarse una cerveza en la clandestinidad de cualquier esquina es toda una aventura. Son estas las fechas ideales para ello, pero no llega, la hora del desfile tal les parece que en lugar de acercarse se aleja.

Y el mismo reloj que no avanza para los jóvenes marca impertérrito su cadencioso tic-tac de siglos para otro gran número de cangueses que ven un tanto indolentes como llegan las fiestas con sus tradiciones que se repiten, las comidas en familia, alguna que otra cena con los amigos y un día al menos de liberación de las obligaciones familiares, tanto de ellos como de ellas. Salvan de estas rutinas aquellos que pertenecen a alguna peña y que siguen integrados en la misma, viviendo con ella intensamente las fiestas, a pesar de haberse convertido ya muchos de ellos en respetables padres de familia. En este caso es más que probable que las aguas del rutinario comportamiento se salgan de cauce el 14, el 15, el 16 o los tres días seguidos. Detrás vendrán numerosos días de nieblas y orbayos para recuperar y restablecer de nuevo  el pacífico convivir del día a día, olvidada ya por una y otra parte la cana al aire festiva.

Y aún queda otro tic-tac del reloj cangués. Aquel que mide el tiempo de los abuelos a los que ya aquellos barullos tan deseados y tan vividos cansan e invitan a recogerse en casa envueltos en un mundo de recuerdos y melancolías de todo lo vivido y gozado con otras gentes y en otros ya lejanos Cármenes.

Para todos, felices fiestas y que no se manque naide

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R. Mera